domingo, 3 de agosto de 2014

Israel y Palestina: el triste muro de la verdad

Decía Platón que su verdadera filosofía no se encontraba en sus textos. Y lo cierto es que la mayoría de los grandes maestros de la humanidad no escribieron o solo escribieron en la arena. Tal vez pensaron que la verdad no es un punto de partida, sino precisamente algo que se constituye en el encuentro dialógico. Que la verdad no es un monólogo, sino un diálogo, en el que se trata precisamente de superar la posición personal en algo que trasciende a uno y a otro, algo que ambos encuentran en el curso del diálogo sincero: la verdad misma. Sincero es ese diálogo en el que uno no pretende deducir la verdad en su murmullo interior, como Descartes frente a su chimenea o como los más tenebrosos directores espirituales de todas las épocas, para luego salir a predicar a ignorantes y estúpidos creyendo que uno ha sido iluminado directamente desde lo más alto. [Artículo completo en Sevilla Report]