martes, 25 de mayo de 2010

Reforma educativa y ahorro

Me llega por correo una circular con una serie de propuestas en torno al tema del ahorro en la enseñanza. Salvo algunas matizaciones, nunca he estado tan de acuerdo con una propuesta de este tipo:

1. Nos negarnos a adelantar, como se pretende, el programa de gratuidad de libros (los de años anteriores están en perfecto estado y supone un despilfarro cuya justificación desconocemos .

2. Pedimos la cancelación de compra de ordenadores para los alumnos de primaria (los del año pasado están aún guardados, sin saber qué uso darles).

3. Sugerimos la supresión de becas, ayudas y programas para alumnos de nulo trabajo e inaceptable rendimiento (supone sembrar en asfalto y desmotivar en el esfuerzo).

4. Solicitamos la supresión de los liberados sindicales y de las subvenciones a los sindicatos. Ha quedado demostrado que negociar con ellos es lo mismo que rubricar en papel higiénico.

5. Exigimos que al acuerdo marco firmado por tres años, se le de la misma fuerza de ley que a un convenio colectivo.

6. Solicitamos la supresión de las Unidades de programas, los CEP, y los cursos promovidos por los sindicatos; pedimos que se potencie la formación del profesorado a través de internet y que se valoren los excelentes materiales cedidos de forma gratuita por los auténticos profesionales de la enseñanza y que en nada se parecen a los que nos ofertan.

7. Sugerimos que se supriman, por dos años, las actividades extraescolares subvencionadas.

8. Rogamos que se corte el despilfarro de las interminables pruebas de diagnóstico. La enfermedad la conocemos a la perfección a través de las evaluaciones (¡aterrador fracaso escolar!), lo que hace falta es poner el remedio .

9. Exigimos que se consensue, ¡de una vez por todas!, Una Ley Orgánica para la Educación que sobreviva a la alternancia en el poder de los dos principales partidos políticos, que se valore el esfuerzo de los alumnos y se potencie la dignidad y la autoridad de los profesores.

¡La primera reforma estructural pendiente en nuestro país es la educativa y si no se aborda con acierto, nunca se sentarán las bases para la capitalización del factor humano, el desarrollo tecnológico, la innovación, la productividad y en definitiva, el empleo!

ACTUALIZACION. La siguiente propuesta me ha llegado hoy por distintos medios. Al contrario que la anterior, me parece nefasta. En primer lugar, por la demagogia de hacer que paguen "los ricos", sin pensar en que los ricos son quienes pueden impulsar y mantener el tejido industrial y comercial, y que la respuesta inmediata de "los ricos" podría ser cambiar de domicilio fiscal a cualquier país que no les castigue por serlo. Y en segundo lugar, por la demagogia de la guerra, el populismo irresponsable que cuestiona permanentemente nuestros compromisos internacionales en un país donde el triunfo del islamismo radical sería nefasto. Esta es la propuesta:

- Recuperar el Impuesto de Patrimonio para fortunas superiores a 1 millón de Euros: 2.200 millones € /año.
- Gravar el IRPF a las rentas superiores a 8.000 Euros mensuales al 50% (43% actual): 2.900 millones € /año.
- Gravar las SICAV (Sociedades de Inversión de Grandes Fortunas) al 20% (1% actual): 2.000 millones € /año.
- Subir Impuesto Sociedades a Grandes Empresas (capital superior a 1.000 millones) al 35%: 2.500 millones € /año.
- Retirada del Ejército de Afganistán: 400 millones € /año.
Suma total: 10.000 millones € /año

miércoles, 12 de mayo de 2010

Spain is the pain

Termino el curso de "Prevencion de riesgos laborales" que nos han obligado a hacer a los profesores (sí, a los de filosofía también). Copio las respuestas que me han pasado en un papel sin leer siquiera las preguntas. De todas formas, el programa informático te avisa si has cometido un error, para que lo rectifiques (no vaya a ser que alguien no apruebe el curso). Siempre me han entristecido los trabajos mecánicos, así que me siento estúpido y alienado contemplando mi certificado de seis horas de formación mientras me pregunto "¿cuánto se habrá gastado la Administración en esta locura digna de Kafka?".

Vuelvo a casa. Es la una del mediodía y las farolas de la autopista, como ayer, brillan con fuerza iluminando nada. La radio repite la noticia del día: la propuesta del gobierno para reducir el gasto público. Pero yo sigo dándole vueltas a la que leí por la mañana: "La OCDE auguró que sufriríamos más la crisis a largo plazo y reiteró su recomendación de realizar más reformas, en particular en la educación y en el mercado de trabajo" (noticia completa). Al fin alguien pone la palabra "educación" en todo esto. La educación no debe servir sólo para alfabetizar y asegurar unos mínimos de cultura que no nos pongan demasiado abajo en el Índice de Desarrollo Humano, sino también para preparar a aquellos de quienes en el futuro dependerá el desarrollo industrial y comercial del país.

Mientras en el instituto los chicos prueban los nuevos papadeltas de color lila, los jefes de departamento ideamos el modo de gastar un presupuesto (yo tengo 900 euros) que nadie reclama y que podría estar cobrando un parado. Las luces encendidas en las aulas con las ventanas bajadas, las toneladas de papel desperdiciado, los ordenadores portatiles que nos dieron... ¿cuántas jubilaciones pagarían? Pero no lo pienso mucho. Sigo adelante. Y detrás, las farolas iluminando la llanura manchega a la una del mediodía me recuerdan: "Este desierto es lo que llamas patria".

miércoles, 5 de mayo de 2010

Crisis y pesimismo

Lo que dice Paul Krugman aquí acerca de la situación económica de España es, nos tememos muchos, básicamente cierto. Y sólo podremos evitar su pesimista conclusión acerca de la moneda única si la Unión Europea es capaz de articular un gobierno común sólido y con capacidad de decisión. Entiendo que muchos opinen que no se puede permitir que Grecia (o España, o quien sea) se gaste millones de euros que tendrán que serle más tarde prestados por países que no intervinieron en su decisión de gastarse toda esa pasta, y que muy probablemente tuvieron que sufrir los inconvenientes del ahorro y la austeridad.

Pero, claro, esa es exactamente la dirección contraria a la que seguimos aquí, donde las administraciones autonómicas multiplican por 19 el gasto público, y donde teníamos mucha prisa por gastarnos el dinero de Bruselas aunque no supiéramos en qué (e hicimos carriles bici). Aquí, donde las farolas de la autopista iluminan el mundo a las 12 de la mañana (tengo fotos), y los funcionarios de la Administración desayunan de 10 a 12. Aquí, donde un Ayuntamiento se puede gastar, sin que nadie diga nada, yo no sé cuántos millones en abrir una calle para meter supercable y, un mes después, volverla a abrir para cambiar el alcantarillado. Aquí, en el país de los mil derechos y las cero obligaciones, de la reivindicación sin esfuerzo, del proyecto sin inteligencia, y del sinopasaná.

Así que acabaremos como Grecia, sí: quizá no con su deuda, pero sí con todo el mundo en la calle, despertados del cálido letargo del Estado Social y sorprendidos de pronto por la constatación empírica de que Hacienda somos todos. Y sin un modelo serio de crecimiento ni de educación, volveremos, como siempre, a parecer ante Europa como esa nación de adolescentes inmaduros con los que sólo se puede contar para bailar la estúpida canción de su perpetuo verano.