Hola, Alejandro. He leído su artículo de "La taberna...", espero que no le moleste que le deje el comentario aquí.
El tema me resulta muy interesante, y usted lo expone de maravilla. Lo que me suele sorprender de este tipo de cosas es -supongo que soy demasiado ingenuo- toda la mala baba de fondo. Nietzsche fue muy agudo al señalar la "necesidad de enemigos" que, al parecer, todos tenemos; supongo que una actividad tan "objetiva" como la científica tiene necesidad de inventárselos o buscarlos por algún otro lado. Incluso si eso supone ir en contra de sus propios principios, léase un proceso de inducción mínimamente relevante a nivel estadístico. Pues, ¿cómo de unas pocas entrevistas -y aunque fueran varios cientos, de hecho- pueden sacarse algún tipo de conclusiones con un mínimo de relieve? Yo siempre recuerdo la misma anécdota, seguramente apócrifa, pero que ya me sirve: cuando le preguntan a Russell (o a Churchill, según la fuente), poco antes de la guerra, que qué opina de los alemanes, y éste contesta flemático: "no lo sé, no los conozco a todos". Y es que, entre otras cosas, muchos de los judíos y demás individuos que por un motivo u otro fueron a parar a las cámaras de gas eran alemanes... Los peligros de una generalización precipitada.
Por lo demás, la ignorancia es, frente a Aristóteles, más terrible cuanto más al medio. Si uno no sabe nada de una cosa, no puede hablar de ello; si sabe demasiado, se tiende a guardar silencio. Es cuando "suenan campanas" cuando ves a la gente más lanzada. Claro que esto también admite excepciones; tantas al menos como la norma; léase más arriba.
Supongo que Dawkins podría leer a Girard (no al Girard más o menos teólogo, sino el antropólogo de La violencia y lo sagrado). Sobre los chivos expiatorios y la violencia mimética, que no son patrimonioen exclusiva, precisamente, de los fieles de las religiones del Libro (miren si no la muy "positiva" y atea ex-URSS y aledaños)... O sea, ¿qué sentido tiene poner a unos contra otros?
Completamente de acuerdo, Rafael. Y su ejemplo de los nazis me recuerda una anécdota: una amiga sueca judía estuvo años negándose a pasar por Alemania (viajaba al sur de Europa dando tremendos rodeos para no atravesar el maldito país), olvidando, como usted recuerda, que los judíos muertos a manos de los nazis eran tan alemanes como éstos. Por lo demás, me temo que Dawkins, que apenas ha leído a los filósofos clásicos, no leerá a Girard ni a Horkheimer, ni a los teólogos de la liberación, ni a Barth o von Balthasar, ni a Bonhoeffer. Porque para él todo está claro. Está absolutamente convencido de que la realidad se agota en aquello de lo que dan cuenta las ciencias positivas, y que, consiguientemente, todas las religiones, en todas sus formas, son falsas (y perversas). Y cuando uno tiene tan claras las cosas, la investigación y el pensamiento son un entretenimiento innecesario en la misión de la conversión universal. Y en eso está. Aleichem shalom
2 comentarios:
Hola, Alejandro. He leído su artículo de "La taberna...", espero que no le moleste que le deje el comentario aquí.
El tema me resulta muy interesante, y usted lo expone de maravilla. Lo que me suele sorprender de este tipo de cosas es -supongo que soy demasiado ingenuo- toda la mala baba de fondo. Nietzsche fue muy agudo al señalar la "necesidad de enemigos" que, al parecer, todos tenemos; supongo que una actividad tan "objetiva" como la científica tiene necesidad de inventárselos o buscarlos por algún otro lado. Incluso si eso supone ir en contra de sus propios principios, léase un proceso de inducción mínimamente relevante a nivel estadístico. Pues, ¿cómo de unas pocas entrevistas -y aunque fueran varios cientos, de hecho- pueden sacarse algún tipo de conclusiones con un mínimo de relieve? Yo siempre recuerdo la misma anécdota, seguramente apócrifa, pero que ya me sirve: cuando le preguntan a Russell (o a Churchill, según la fuente), poco antes de la guerra, que qué opina de los alemanes, y éste contesta flemático: "no lo sé, no los conozco a todos". Y es que, entre otras cosas, muchos de los judíos y demás individuos que por un motivo u otro fueron a parar a las cámaras de gas eran alemanes... Los peligros de una generalización precipitada.
Por lo demás, la ignorancia es, frente a Aristóteles, más terrible cuanto más al medio. Si uno no sabe nada de una cosa, no puede hablar de ello; si sabe demasiado, se tiende a guardar silencio. Es cuando "suenan campanas" cuando ves a la gente más lanzada. Claro que esto también admite excepciones; tantas al menos como la norma; léase más arriba.
Supongo que Dawkins podría leer a Girard (no al Girard más o menos teólogo, sino el antropólogo de La violencia y lo sagrado). Sobre los chivos expiatorios y la violencia mimética, que no son patrimonioen exclusiva, precisamente, de los fieles de las religiones del Libro (miren si no la muy "positiva" y atea ex-URSS y aledaños)... O sea, ¿qué sentido tiene poner a unos contra otros?
Shalom aleichem.
Completamente de acuerdo, Rafael. Y su ejemplo de los nazis me recuerda una anécdota: una amiga sueca judía estuvo años negándose a pasar por Alemania (viajaba al sur de Europa dando tremendos rodeos para no atravesar el maldito país), olvidando, como usted recuerda, que los judíos muertos a manos de los nazis eran tan alemanes como éstos.
Por lo demás, me temo que Dawkins, que apenas ha leído a los filósofos clásicos, no leerá a Girard ni a Horkheimer, ni a los teólogos de la liberación, ni a Barth o von Balthasar, ni a Bonhoeffer. Porque para él todo está claro. Está absolutamente convencido de que la realidad se agota en aquello de lo que dan cuenta las ciencias positivas, y que, consiguientemente, todas las religiones, en todas sus formas, son falsas (y perversas). Y cuando uno tiene tan claras las cosas, la investigación y el pensamiento son un entretenimiento innecesario en la misión de la conversión universal. Y en eso está.
Aleichem shalom
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