Hace unos años Abelardo Linares me encargó para la Editorial Renacimiento la traducción de un famoso texto de Felix Schlayer titulado Diplomat im roten Madrid. La edición se retrasó y, estando el texto en imprenta, apareció una versión del mismo en la editorial Áltera. En ella había cambios significativos: por ejemplo, el título del libro se había transformado en el apocalíptico Matanzas en el Madrid republicano. Paseos, checas, Paracuellos... Ciertamente, el libro habla de todo eso, pero bastante traidor es ya todo traductor como para encima esforzarse en parecerlo, y el título no añade nada al elegido por Schlayer para sus memorias, salvo una buena dosis de demagogia y marketing. Pronto comprobamos que había algún que otro desliz en la traducción de Áltera: traducía "kommunistisch" por "socialcomunista", haciendo sutilmente partícipes a los socialistas de lo que hacían las organizaciones comunistas. Pero el error más importante es que, en una conversación entre Carrillo y Schlayer, se traduce "y a mí esto me pareció posible" (möglich) por "lo cual me parecía inverosímil". Es decir, según la traducción de Áltera, Schlayer habría considerado imposible que Santiago Carrillo no supiera nada de los crímenes que se estaban cometiendo, cuando el texto dice justamente lo contrario.
Hasta aquí lo reprobable. Y ahora vienen las matizaciones: pues con estupor descubro que quienes defienden la traducción que yo propuse, se quedan agarrados férreamente a esa frase, como si en ella se condensase toda la moraleja del libro: según esta lectura, en el Madrid republicano se habrían cometido muchos crímenes, pero Schlayer afirma que Carrillo y los grandes dirigentes políticos del momento no supieron nada. Aquí hay un debate sobre esto. Así que me veo obligado a matizar: ciertamente Schlayer dice en ese momento que le pareció posible que Carrillo no supiera nada, pero en el relato inmediatamente posterior el autor va volviéndose escéptico respecto a su impresión inicial. Nada más decir que le pareció posible que Santiago Carrillo no supiera nada, continúa: "Pero incluso en esa noche y al día siguiente, se continuó con la deportación desde las prisiones, sin que Miaja o Carrillo se esforzaran por hacer algo. Y esta vez no tenían la excusa de no saber nada, pues ya habían sido informados por nosotros" (p. 140). Así pues, todo el libro pone en cuestión el tan cacareado espíritu democrático de los líderes republicanos, sugiere la absoluta despreocupación del gobierno, cuando no su implicación directa, relata crímenes concretos de las organizaciones obreras contra civiles considerados "burgueses" (secuestros, robos, asesinatos, asaltos a embajadas extranjeras...), presenta una versión desconocida de la Pasionaria al poner en su boca que la solución al problema político era "que una mitad de España extermine a la otra" (p. 244), lamenta la inexistencia en España de una clase media realmente democrática, etc., etc. No es, por tanto, necesario ni justo deformar las frases del libro para hacerse una imagen desmitificada de los últimos años de la Segunda República. Lo necesario y justo para nosotros es leer el relato de Schlayer con la dosis precisa de interés y espíritu crítico: es una parte fundamental de nuestra memoria histórica.
1 comentario:
Hola, Alejandro.
No entro en el tema central, siempre he oído y leído la versión que echaba la culpa directa de la matanza a Carrillo, como jefe de las Juventudes Socialistas en Madrid. Pero no tengo mayor conocimiento del asunto.
Más sugerente es el tema que apuntas de forma lateral, sin darlo mucha importancia, eso es elegante: el drama del mucho trabajo desperdiciado por la falta de diligencia ajena. Espero que al menos te pagaran por ello, y que no quedara condicionado a las ventas del libro. Imagino que invertirías mucho tiempo y trabajo en ello, que al menos te sirvió para conocer bien la obra original y para adistrarte como traductor de alemán.
Hay, en mi pobre opinión, algo terrible en estar volviendo a dar ahora tantas vueltas a esos años terribles. No creo que aporte nada positivo a nuestra convivencia, ni siquiera justicia, nada positivo.
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