martes, 11 de diciembre de 2012

Motivos para acabar con Historia de la Filosofía




Wert pretende acabar con la Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato, y me parece bien. Al fin y al cabo, ¿qué pasaría si se dejara de enseñar? En realidad, nada importante. No habrá ninguna perturbación en el Universo. Las parejas seguirán besándose en los parques, los chinos seguirán levantando presas y fabricando gatos que saludan, se servirán caracoles en los bares de Triana, los médicos recetarán ibuprofeno, y los hombres se volverán para mirar el trasero de las chicas que pasan. ¿Qué interés puede tener estudiar lo que han pensado y escrito aquellos viejos filósofos de épocas pasadas? Pensémoslo. Pitágoras creó una secta dedicada a desarrollar las matemáticas. Platón sugirió que los representantes políticos debían estar cualificados para ello. Los filósofos y místicos medievales se empeñaron en construir fabulosos e inútiles edificios conceptuales para mostrar que hay algo más adentro de todas las cosas, una realidad densa que, como la Existencia de Tomás de Aquino, no puede ser pensada. Moro, Campanella, Bacon… soñaron mundos mejores, reflexionaron sobre si sería posible construir una sociedad en la que reinara la paz y no existieran el hambre, la enfermedad y la injusticia. Y dieron forma a sus sueños con ayuda de la inteligencia. Newton basó en principios matemáticos su filosofía natural para mostrarnos que el mundo está regido por leyes predecibles y calculables. Locke defendió la tolerancia religiosa en un siglo de guerras. Hobbes, la seguridad del Estado en una época de incertidumbres. Spinoza, la libertad del pensamiento en un tiempo amenazado por la tiranía. Kant nos hizo creer que nuestro conocimiento del mundo está limitado, que no conocemos la realidad más que a través de la forma de nuestros órganos de percepción y comprensión. Nos hizo saber que somos más pequeños de lo que pensábamos. Pero también más grandes: esa extraña teoría ética suya en la que se fundan los conceptos de dignidad y derechos humanos. Nietzsche y Freud nos hicieron sospechar de todo cuanto hemos llamado “sagrado” durante siglos. Nos hicieron más libres y más responsables, pero a costa de quitarnos suelo bajo nuestros pies. Ortega defendió la terrible idea de que la vida es una construcción individual, un proyecto de nuestra imaginación, y que no hay solución al problema de la vida más allá de la que cada hombre sea capaz de encontrar para la suya. Defensores del individuo, agitadores de la polis, negadores de lo más sagrado. ¿De qué nos sirven? Sólo inquietan, desmoralizan, agitan la cálida cuna de nuestra existencia presente. Sabemos lo que es el hombre: es una pieza del sistema. Sabemos lo que debe hacer: rendir. Y sabemos lo que puede esperar: nada. Y, por esto mismo, deberíamos prescindir también de la música, esa pasión inútil. De los preludios de Bach y las sinfonías de Beethoven. Olvidemos los retratos a lápiz y las perspectivas. Alejemos a nuestros hijos de la gramática y el análisis sintáctico. Basta de poetas, de novelas y de dramas. Basta de relatos acerca del pasado: fechas, ciudades, imperios, movimientos sociales, revoluciones, cambios. Emprendamos, al fin, lo que queremos: un sistema educativo encaminado a formar seres capaces de funcionar eficientemente. La educación es simplemente “el motor que promueve la competitividad de la economía” (segundo borrador de la LOMCE). No hace falta nada más. Ya basta de esa antigua idea del hombre, de ese humanismo en el que tanta energía hemos malgastado. Eliminemos cuanto no sólo no mantiene nuestra realidad, sino que proporciona instrumentos para hacerla tambalear. Nacer, crecer, reproducirnos, morir. ¿No es acaso esto lo único que los hombres hemos venido a hacer en este mundo?


6 comentarios:

David Porcel Dieste dijo...

Buenísimo, te enlazo a mi blog.

Anónimo dijo...

La jibarización del Latín, hace años, creo que fue el primer aviso. Pero en general se reaccionó como en el poema de Niemöller...

Héctor Meda dijo...

La educación es simplemente “el motor que promueve la competitividad de la economía” (segundo borrador de la LOMCE).

Vamos a ver...tiene razón. En serio. Es dificil de explicar pero seré breve. Perdón de antemano por la divagación:

Vaya por delante que gusto de la filosofía y todas esas "pasiones inútiles" que das en citar, no obstante, siempre veo el mismo fallo en los profesores de filosofía, a saber: un análisis del valor objetivo de su objeto de estudio y NO una evaluación de su utilidad marginal.

Quiero decir: se sabe que la comida y el agua vale más que los diamantes (sin aquellas no podríamos vivir, no es el caso de éstos) y sin embargo el precio de los diamantes es mayor que la comida y el agua. Esto siempre se ha conocido como la paradoja del valor...hasta que se descubrió el concepto de utilidad marginal: no tiene mayor precio el diamante porque tenga más valor objetivo que el agua sino porque en el margen lo valoramos subjetivamente más, es decir, cuando no tenemos ni agua ni diamantes, el valor que le asignamos al agua es infinito mientras que los diamantes nada nos vale, no obstante, una vez que tengamos un vaso de agua y un diamante, el segundo vaso de agua (satisfecha la sed) nos parece que tiene valor marginal cero mientras que no le haramos ascos a un segundo tercer cuarto diamante.

No es que la filosofía y el humanismo no valga nada y sí "la competitividad de la economía", es que, como lector de Platón, si tengo que elegir que mi conciudadano y posible votante sepa 1)qué quiere significar el concepto de, pej, Idea de Platín o bien 2)por qué la banca pública es una muy mala idea; prefiero un millón de veces que tenga claro ANTES lo segundo que lo primero luego adquirir competencias técnicas básicas (mates, idiomas, etc) tiene que ser más barato que saber hacer un fino análisis hermenéutico del dasein.

¿Son excluyentes ambos bienes? No, obviamente, y no estoy aplaudiendo la reforma educativa por lo tanto, pero sí critico ese deje cosmológico trascendental con el que el filósofo veo que defiende estos días su campo de juego

Alejandro Martín dijo...

Gracias por el comentario, Héctor. Entiendo por dónde vas. No pretendía ofrecer ese "deje cosmológico trascendental" al que aludes, pero sí constatar que la educación debe buscar algo más amplio que una economía competitiva (que también, faltaría más).

Por otra parte, una economía competitiva requiere valores personales como el compromiso, el espíritu de trabajo, la imaginación, el esfuerzo (lo muy "trascendental" tiene siempre consecuencias muy "económicas"). En todo caso, al quitar Ciudadanía y limitar tanto la filosofía y la ética, la cuestión de por qué la banca pública es una mala idea va a quedar como una cuestión de fe personal.

faustino lobato dijo...

Muy bueno. He publicado tu enlace en el espacio de facebook de nuestra Plataforma en defensa de la filosofía en Extremadura. Gracias por esta reflexión que por desgracia los políticos y otras "masas grises" que nos des-gobiernan no leerán.
Un abrazote. Tino

Álvaro Bernal Quevedo dijo...

Hola Alejandro, cuánta razón tienes y qué bien lo escribes, y que pena tan honda y tan negra.Una alegría un poco amarga encontrarme con este artículo.Me quedo por aquí y comparto.Un saludo.