lunes, 20 de abril de 2009

La Pasión según Bach

Para compensar el hecho de que yo escribí el poema sobre Gesualdo que Beades querría haber escrito, he de decir que Beades escribió, en Centinelas, el poema sobre Bach que querría haber escrito yo. Lo tenía en mente la noche anterior al Domingo de Ramos, mientras entraba en el Teatro de la Maestranza para escuchar La Pasión según San Juan. No sabría decir por qué Bach me parece como venido del otro lado de la galaxia y por qué las emociones que consigue despertar en mí son incomparablemente más profundas y salvajes que las que alcanza cualquier otro músico. Me parece que, de algún modo, todo el mundo, al sentir la emoción de las composiciones religiosas de Bach, debe lograr algo parecido a la fe: el sentimiento de pequeñez infinita, de redención incondicional, y de consuelo gratuito. Kant decía que el sentimiento de lo sublime surge en nosotros cuando contemplamos algo tremendamente grande o poderoso, para lo cual no tenemos concepto. Y como no tenemos concepto, buscamos vanamente en nuestro interior qué será aquello tan enorme que se manifiesta y oculta en esta música titánica. Sublime es el Herr, unser Herscher que da comienzo a la obra y que arrastra, desde la primera nota, a los abismos de la criatura diminuta e impotente, abrumada por aquello que la sobrepasa.



Pero el Dios de Bach no es sólo ese oceánico gobernante del mundo, sino también el Jesús doliente a cuya Pasión pudo dedicar un aria tan llena de ternura como ésta:



La fe de Bach es también la del alma que corre, como en San Juan de la Cruz, llena de alegría, trepando por todos los montes hacia su salvación:


Y la consumación de la Pasión misteriosamente nos devuelve a casa, allí donde las vides y los carneros, donde la mano amorosa del padre nos acaricia la cabeza. Pero eso es antes de que se enciendan las luces, rompan los aplausos, y volvamos, entre aturdidos y espantados, al reino de lo inane.


10 comentarios:

Jesús Beades dijo...

Ole.

Ninette dijo...

Bach, mi Bach...
En unos compases me hace sentir en el cielo. El cielo o una nada acogedora...

Bach es como el olor de mi casa.
Es una soledad familiar.
No me importa ser insignificante.

Rubén Muñoz Martínez dijo...

Bueno, bueno... por fin tu entrada sobre Bach.
Hace como un mes, mientras volvía a casa del trabajo, iba escuchando Radio Clásica y en el programa en cuestión estaba un pianista español -lo siento, pero no recuerdo su nombre- que iba interpretando en directo las "Variaciones Goldberg", al tiempo que entre descanso y descanso hablaba de lo que significaba Bach para él, y hubo un momento en el que dijo algo que todavía recuerdo, aunque no lo puedo reproducir con las palabras exactas: "Bach es el genio transparente, porque su genialidad es tal que cuando un intérprete accede a alguna de sus obras, Bach desaparece para permitir "re-crear" su obra de nuevo."
Y también recuerdo hace siete años en una mesa redonda, que el vihuelista José Miguel Moreno, en el marco incomparable de la Bilbioteca Colombina de la Catedral de Sevilla, afirmó con rotundidad que Bach en música era "la perfección".
No me puedo despedir sin decirte que comparto plenamente tu pasión por Bach, "el genio transparente".

Anónimo dijo...

Brillante tu re-creación, bajo forma de blog, de Bach. Ciertamente, tiene una grandeza absolutamente transida de algo terrible, sobrehumano.

Hace un tiempo escribí un relato sin música de fondo. Pero me ocurrió, como quizá también a ti, que quise buscar a Bach para ambientarme en él; elegí directamente sus fugas para órgano. Y justamente sentí la abrumadora presencia de una divinidad, algo siniestro. Pienso, algo vagamente, en el vínculo violencia-sagrado de Girard, o, menos, en las tesis de Otto. Pero creo que en esos conciertos de órgano se desvela un cierto lado pavoroso de lo sagrado (yo pensaba sin quererlo en una enorme sala de máquinas controlada por un ser pegajoso y de ojos amarillos.)
En realidad, diría que aquí se aproxima más al dios nominalista o, más claramente, al confuso dios de Bayle.
Un saludo

José Miguel Ridao dijo...

Me alegra que no dejaras pasar tu entrada sobre Bach, como me comentaste. Buena selección, y te reitero mi envidia por asistir a la Pasión según San Juan, obra cumbre. ¡Qué gran voz la del niño que canta el aria para alto! Te recomiendo que escuches el aria "Können Tränen", también para alto, cantada por James Bowman en la grabación de Harnoncourt. La voz de ese contratenor te eleva al cielo...

Anónimo dijo...

hola guapo, me encanta alemania y gente,
esta frase me marcó para siempre:

"Cuanto más conozco al hombre más quiero a mi perro". A.H

saludos guapo

Vicky dijo...

Me a encantado...un saludo cordial.Vicky.

Alejandro Martín dijo...

Hola y gracias a todos. Respondo tarde porque he estado de viaje.

Olegario: sí, Bach posee lo mejor del protestantismo: como a menudo es una espiritualidad ajena a los dogmas y a los sacramentos, compensa ese "déficit" siendo profundamente mística (el Dios numinoso moderno frente al Dios-claridad del gótico) pero también cristológica (Jesús mismo, su vida y su palabra, como centro de la fe).

José Miguel: sí, es acojonante el niño, tanto que he preferido poner esa versión a otras que hay por ahí. Y gracias por la recomendación. La Pasión según San Mateo merecería otra entrada aparte. Otro día.

Anónimo dijo...

Maruxela dijo....
¿Que titulo tiene el "CD" de esta interpretación tan buena, de la Pasión de Bach? (gracias)

Alejandro Martín dijo...

Hola, Maruxela:

Son diferentes interpretaciones, e ignoro si están en CD, aunque supongo que sí. Te digo lo que sé:

El "Herr, Unser Herrscher" es de un concierto en la catedral de Colonia. Lo dirige Metternich. La tercera, "Eil, ihr angefochtnen Seelen", la canta Scharinger. Y el niño solista de la última, "Es ist vollbracht", se llama Iconomou.

Espero que te sirva. Un saludo