Siempre he sentido simpatía por los utopistas y los antisistema. En la Universidad se me daban bien los idealistas, Marx y los frankfurtianos, y de adolescente me sentía cómodo entre los rebeldes. Presto mucha atención a las camisetas de mis alumnos, a los graffiti del cercanías y a las pintadas que cubren los muros de las ciudades que visito. Pero se me hace triste ver cómo los viejos sueños europeos de una humanidad emancipada se convierten en pesadillas estéticas o meros tribalismos lingüísticos.
De los muchos ejemplos que podría tomar para hablar de las reivindicaciones, empiezo con uno de mi propia tierra: la pancarta que colgó un conocido borracho sevillano en el puente peatonal de Bellavista. Decía así: “El indio quiere casa”. El hombre, disfrazado de piel roja, había asentado los reales bajo el puente y, litrona en mano, saludaba amablemente a los conductores que se paraban en el semáforo, esperando pacientemente la llegada de su casa. La genialidad reivindicativa del "indio" se basaba en su transparencia. Casi todas las reivindicaciones despiertan en nosotros la sospecha de una intención no confesada y oculta. Pero él era simplemente un holgazán borracho que quería una casa. Nada más.
De las chapas de los adolescentes, me quedo con la de los curas, tal vez por lo divertido de la doble negación. Y un capítulo aparte merecerían, claro, las reivindicaciones de los estudiantes, conformistas y reaccionarias como pocas: desde los años sesenta, se han mantenido devotamente fieles a la ortodoxia de lo ya dicho. Yo mismo he protestado ante la Delegación de turno, con pelos largos y autoconciencia anarquista, por lo mismo que protestan ahora: al parecer, cada pocos años a alguien se le ocurre privatizar la educación, cerrar las carreras de letras, poner a los estudiantes a trabajar para los capitalistas (¡menudos cabrones!). Sería fácil hacer un catecismo del estudiante revolucionario. Pero por no aburrir, se resume en la idea de que existe una confabulación mundial dirigida por los siguientes agentes: la Iglesia Católica, los judíos, las multinacionales, los partidos políticos que obtienen muchos votos, los gobiernos, el G-8, la policía, el ejército, los publicistas, el Rector de la Universidad. Así pues, esa entente está constituida por “La Derecha” o, más coloquialmente, “los fascistas”, y ha sido creada con los siguientes fines: impedir que la gente sea libre, hacerle creer cosas estúpidas y fantásticas, oprimir a los pobres, enriquecer a los ricos, calentar el planeta, hacer sufrir a los toros y a las gallinas.
Al final, mis reivindicaciones favoritas son aquellas pocas que todavía consiguen provocarme, despertar en mí esa sensación de asombro, tan rara en la época de la disponibilidad universal, de conmoción, de salto a otro plano de realidad. He aquí un ejemplo, para despedirme por hoy, que tomé de una calle de Ciudad Real, la ciudad más dada al surrealismo reivindicativo. De las mejores pintadas que he visto.
4 comentarios:
Lo bueno es que estuviera enamorado de una bella negrita de cadenciosas caderas. Le empezaría, misteriosamente, a crecer el pelo al muchacho.
Perdona, pero ¿acaso esto no es un muro sobre el que se escriben grafitis? ¿Acaso la cruzada "pro-vida" (por citar un ejemplo) no es también un grafiti más? (algo más sofisticado, eso sí, pero grafiti a fin de cuentas).
Cada vez estoy más convencido de lo contradictorios que somos, yo el primero.
Por cierto, si no la has nombrado (qué ingenuo soy) ¿por qué la etiqueta de izquierda? ¿qué significa? Eso espero que me lo expliques porque la verdad es que no lo entiendo. Es que con las vacaciones estoy de un no pensar que es la hostia.
Y bueno, para acabar yo también quiero dejar un grafiti, pero no es mío, sino de Salvador Dalí, aunque en este caso, al haberlo escrito él lo llamaremos aforismo, que mola más:
"La única cosa de la que el mundo nunca tendrá suficiente es la exageración".
Felices vacaciones
Hola, Óliver:
claro, todo discurso que reflexiona sobre un objeto tiene algo de reivindicativo. Por eso la filosofía suele ser, a la vez, crítica. Aunque no sé qué tiene eso de contradictorio...
"Por cierto, si no la has nombrado (qué ingenuo soy) ¿por qué la etiqueta de izquierda? ¿qué significa? Eso espero que me lo expliques porque la verdad es que no lo entiendo". -Yo tampoco lo entiendo.. no sé qué preguntas exactamente.
En cuanto a lo último: ya sabes que, para los andaluces por lo menos, la exageración es lo único que convierte la realidad en algo interesante y digno de ser narrado.
Un abrazo
Hola Alejandro, ¡cuánto tiempo!
¿No crees que el carácter reivindicativo, va cediendo en la mayoría de los casos, y acabamos por convertirnos de una manera u otra, en acomodados burgueses del sistema imperante? Seamos honestos...
Con el paso del tiempo, debido a las comodidades que te proporciona el sistema, perdemos gran parte de nuestra actitud crítica. ¿No te choca, por ejemplo, la actitud de algunos acomodadísimos profesores de universidad, que desde sus magníficos puestos de trabajo, te hablan sobre la indecencia del sistema? Te hablan sobre la vocación del pensar y del saber, pero mientras tanto, se dedican a hacer mérios confesables e inconfesables, para acceder a un cómodo puesto de trabajo, como si de una fábrica o una oficina se tratara.
Es fácil criticar el sistema, mientras se vive del mismo.
Creo que en muchos casos, los pensadores de La Escuela de Frankfurt, dicen verdades "a puños", aunque normalmente se les quiera presentar como autores "superados". Volvemos a chocar con la actitud de arrogancia tradicional del intelectual...
Un saludo, y perdona mi actitud, pero hoy estoy algo más crítico de lo normal.
Rubén.
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