miércoles, 7 de octubre de 2009

Un mundo ciego

El otro día, al hilo de algunos comentarios a mi entrada “Homosexualidad y evolución”, me quedé pensando en dos malentendidos, que quiero retomar brevemente ahora:

Tengo la impresión de que mucha gente considera la selección natural como “el modo” como opera la naturaleza. Quizá sea ésta la "metafísica" subyacente a quienes trabajan en ese campo. No lo sé. Yo, en todo caso, creo que es sólo “uno” de los muchos acontecimientos que tienen lugar en la naturaleza: sólo que, como los seres que se adaptan sobreviven, los únicos acontecimientos que perduran son justamente los que se adecuaban a esa “ley”. Pero, en sí misma, la naturaleza no tiene ninguna finalidad. Por sí misma, no quiere alcanzar ninguna conciencia, ninguna complejidad, ningún estado final, y ni siquiera pretende “permanecer en su ser”, sólo que los seres que lo pretenden… ¡permanecen!

El otro malentendido me lo sugirió Fernando al decir que hay homosexuales “congénitos que odian serlo durante toda su vida”. Creo que en este ejemplo se pone particularmente de manifiesto qué lejos estamos de nosotros mismos: que un homosexual odie serlo no prueba, en absoluto, que su homosexualidad sea "congénita", sino más bien qué desordenada, conflictiva y cruel es la vida psíquica del hombre. Ésta no se agota, ni de lejos, en aquello de que podemos dar cuenta conscientemente. Yo odio ser desordenado, pero lo soy, como el transexual odia ser hombre, pero lo es. El mundo es ciego, y el yo es sordo: no atiende a aquello que querríamos hacer de él, porque somos productos, facturas, no únicamente de la naturaleza. Para bien y para mal, somos artificios creados por otros hombres, y no podemos escapar de ese destino.

3 comentarios:

Santiago dijo...

La selección natural no es "todo" lo que hace la naturaleza. Tan sólo es el principal (y, seguramente, no el único) modo de "evolucionar". Es el motor del cambio natural. Es por ello que cualquier cosa que "aparece" en la naturaleza debe de poder ser explicada, como mínimo parcialmente, desde la selección (sería algo así como su condición de posibilidad).

Y precisamente, la selección es afinalista, expresión absoluta de la contingencia (la única necesidad que creo que puede afirmarse con rotundidad es la necesidad lógica). A los seres naturales, tal y como dices, en principio, les importa un pito seguir existiendo o no. Simplemente parece una gran estrategia evolutiva el querer vivir a toda costa. A mí también me parece curiosa esta paradoja.

Un saludo

cambiosocialya dijo...

"Para bien y para mal, somos artificios creados por otros hombres, y no podemos escapar de ese destino. "

Parece que lo dices como si los hombres, no fueran naturales, o estuvieran fuera de la naturaleza. Natural, artificial, es lo mismo. No tenemos mas que lo que el Universo nos entrega y nos pone a disposicion.

Alejandro Martín dijo...

Gracias a los dos por vuestras aportaciones.

Cambiosocialya: no digo que el hombre esté fuera de la naturaleza. Digo que el lenguaje, las creencias, los actos, los tabúes, los miedos, los códigos de conducta, los esquemas mentales, los roles sexuales (en resumen: el universo simbólico-cultural que recibimos socialmente) condiciona nuestro modo de ser y comportarnos, y de hecho da un contenido concreto a lo que, biológicamente hablando, sólo es una mera posibilidad.