sábado, 27 de marzo de 2010

El chivo expiatorio

Breve apunte sobre la Semana Santa para animar la Taberna...

3 comentarios:

Ricardo Campo Pérez dijo...

Una de mis pelis favoritas es "La última tentación de Cristo". A años luz de los lugares trillados de Zefirelli y Gibson.

Es para todos los públicos, creyentes, agnósticos y ateos. Y la polémica que desató entre sectores con pocas luces (creo que hasta 2001 no se pudo estrenar en Chile, por ejemplo) es un buen indicio.

Es imposible concentrar más símbolos y mensajes en una película, ayudado por una banda sonora, una fotograría y unos colores absolutamente maravillosos, además de por la propia actuación de Dafoe y esa Magdalena (la Hershey), que el mérito crístico estuvo en resistirse a esa hembra ;-) Por muy puta que fuera. Pero eran amigos de la niñez.

Por cierto, ¿nadie se ha atrevido a hacer una peli sobre la imaginaria niñez de Jesús? Me gustaría verlo con diez o catorce años jugando con amigos, o buscando bichos debajo de las piedras. O leyendo el capítulo 1 de la teoría de la amistad de la "Ética a Nicómaco" que algún viajero errante griego le hubiese traducido a su arameo...

Fernando dijo...

Hola, Alejandro, hemos de tener mucha comprensión entre nosotros, ponernos en el lugar del otro, porque ya sabes lo que dijo San Pablo (2 Corintios 4, 7), llevamos un tesoro en vasijas de barro, todos somos vasijas de barro, a lo mejor si esas señoras que hacen supersticiones hubieran podido hacer una o dos carreras pues no harían tales cosas, recordarían ante la imagen un texto de Peguy o de Fray Luis de León, pero no pudo ser, cada uno hace lo que puede, y muchas veces ni eso, ¿verdad?, seguro que su intención fue buena.

Anónimo dijo...

Querido Alejandro :

Girard pretende efectivamente que el cristianismo supone una revolución en las religiones al proponer su víctima sacrificial justamente como víctima, sin ningún disfraz ni sin provenir de una larga historia de crímenes sangrientos - el temido ciclo de la violencia. El ejemplo de Cristo debe servir entonces para hacerse cargo de la naturaleza violenta y "mortífera" del hombre.
Esta lectura me parece bastante satisfactoria. Y por consiguiente Cristo no es más que un chivo expiatorio más. Sin embargo, Girard añade que el desenmascaramiento de la víctima como víctima implica un cambio estructural en la religión : ya el sacrificio no se tolera. Esto, que puede ser cierto (se legisla y penaliza el sacrificio de hombres en beneficio de dioses), no significa, no obstante, que el cambio sea real o tan profundo : la semana santa exhibe a los cuatro vientos la injusticia del sacrificio y no parece salir de ahí. Quizá esta pregunta sea aún más acuciante que la que planteas : ¿hay un nuevo orden instaurado por esta revelación de la víctima como tal?
Yo creo que, por lo demás, aunque uno intente extraer otros mensajes o enseñanzas de la vida de Cristo, éste seguirá siendo una víctima y un objeto sobre el cual se ha expiado la violencia, como los del resto de las religiones. Supongo que, en todo caso, definir en qué cree un cristiano es una competencia del creyente y no mía; poco puedo entonces decir. Un abrazo