lunes, 25 de octubre de 2010

Algo inquietante está siendo ocultado

El último ha sido un fin de semana de mucho trabajo, así que el ocio se ha reducido casi exclusivamente a un paseo por el videoclub. La película elegida, en esta ocasión, ha sido Moon. Es curioso comprobar cómo el cine sigue siendo capaz de nutrirse de la vieja e inquietante idea cartesiana del genio maligno: cada circunstancia puede revelarse repentinamente como una farsa, cada mundo puede ser un teatro. Recuerdo que Boris Groys señaló en cierta ocasión que el espectador de los años veinte y treinta se cansó de la exposición del procedimiento artístico propio de la vanguardia y lo que quiso es precisamente su ocultación. Desde entonces, este deseo de ocultación perdura en la sensibilidad estética de nuestros días: el cine y la publicidad viven de él. Algo inquietante está siendo ocultado bajo la superficie simbólica del mundo, algo que debe ser tapado hasta el final para mantener la tensión de la sospecha, que es el origen de la metafísica y de la fruición artística. Este fenómeno estético es posiblemente uno de los signos más determinantes del fin de la modernidad: la clausura de una cosmovisión según la cual todo ha de ser finalmente transparente a la conciencia. La conciencia es, antes bien, el escenario del engaño, de la duda y de la sospecha. De ese modo, supone, inversamente, el triunfo de un cierto escepticismo romántico: la conciencia es el fenómeno de un proceso abismático que siempre la supera.

2 comentarios:

Fernando dijo...

Hola, Alejandro. De una forma mucho menos sútil que la tuya yo diría que, según envejeces, vas comprendiendo que eso es así, que en la vida real "algo inquietante está siendo ocultado bajo la superficie simbólica del mundo", que tú crees tener todo controlado en tu vida sin darte cuenta de que eres parte de una partida con amenazas que van creciendo (por ejemplo, la enfermedad o la traición) y que de repente se hacen visibles.

Por eso las pelis y los libros que explotan eso artísticamente tienen tanto éxito.

Por eso es importante tener fe en la Providencia de Dios.

Marisol Cragg de Mark dijo...

Vaya uno a saber cuántas cosas nos ocultan, pero la publicidad, sobre todo, manipula nuestros cerebros para ver y hacer como a otros les conviene.
Te dejo un cordial saludo berlinés.