martes, 11 de agosto de 2009

El cristianismo, "nuestra moral" y los ateos


La blogosfera, como las librerías, está llena de un tipo intelectual muy interesante, que me anima a salir de mi indolencia vacacional y escribir algo: se trata de aquél que, a falta de precisión, llamaría el “ateo cientifista”. Como todo ser humano, este individuo está sumamente convencido de algunas cosas. Por ejemplo, considera que el pensamiento científico constituye la única forma de pensamiento digna, aunque casi nunca se aclara con qué narices es eso del pensamiento científico. Además, se siente parte de una secta que se remonta a los tiempos de Lucrecio y, aunque de ella fueron activistas gentes de cien mil raleas, cree que esta secta encuentra su momento álgido en la Ilustración y, últimamente, en Richard Dawkins, a quien venera como Ángel de Oriente. Suele saber poco de teología, aunque habla todo el tiempo de ella, repitiendo los lugares comunes más pedestres en un lenguaje refinado. Su psicología es peculiar: aunque detesta el apostolado religioso y lo considera fuente de odio y barbarie, casi nunca renuncia a esa voz que, en su interior, le susurra: “Id por todo el mundo y enseñad la Buena Nueva a toda criatura…”.

En esos círculos se discute últimamente mucho sobre el papel de la religión cristiana en nuestra moral, y por lo general acaban resolviendo que su papel es, o bien muy limitado, o bien decididamente adverso. Esa cuestión es, en realidad, imposible de resolver sin aclarar antes el sintagma “nuestra moral”, aunque realmente el lugar decisivo de esa reflexión es el “en”. Así, pues, en primer lugar: ¿Qué quiere decir “nuestra moral”? Es decir, ¿quiénes somos “nosotros” y a qué llamamos moral? ¿Nos referimos al Marqués de Sade poetizando las torturas a la madre de Eugénie de Franval, o también consideraremos a Kant enredando su cuerpo en mantas antes de dormirse para evitar la tentación del onanismo? ¿El monje trapense y el director porno? ¿Rouco Varela y Almodóvar? ¿Hablamos de la moral que empuja al 25,6 por ciento de los varones españoles a contratar los servicios de una prostituta o de la que empuja anualmente a 5 millones de personas a peregrinar al Santuario de Fátima? Y luego: ¿qué quiere decir “en nuestra moral”? Es decir: ¿la religión cristiana influye en nuestra moral y luego se retira?, ¿influye y la determina radicalmente quedándose en ella?, ¿influye pero no más que otras doctrinas?, ¿influye negativamente en ella, oponiéndosele?

Primera cuestión: cuando hablamos de “nuestra moral” nos referimos a Occidente, claro. Pero en Occidente no hay virtud ni vicio que no haya tenido lugar en cualquier otro lugar y época del mundo. En realidad, después de la Cristiandad no hay ya casi nada que sea “nuestra moral”. No hay un conjunto de cosas consideradas buenas o malas que se diferencie mucho del conjunto de cosas que otros han considerado buenas o malas. Pero sí hay un espíritu de Occidente, que tiene memoria y que ha alcanzado conciencia de sí a través de un proceso complejo y contradictorio: una historia que nos ha conducido a lugares comunes, maneras de enfrentar los problemas, y sobre todo, a un estado de cosas (en el arte, la ciencia, la política, la sociedad…). Quizá no haya normas de conducta “nuestras”, pero sí hay un espíritu occidental: la civilización, sin más. Esa historia es sólo una de las muchas historias acontecidas en el mundo desde que el hombre lo pisa. Pero es una historia peculiar, porque se trata de una historia de emancipación y liberación que sólo ha ocurrido aquí (esto es: en el Mediterráneo judeocristiano, Europa después, y que ha terminado por extenderse con mejor o peor suerte por todo el mundo), y que es una historia eminentemente religiosa.

No tengo tiempo ni espacio para profundizar en esto, pero en líneas generales esa historia comienza en el Génesis, cuando el mundo se presenta como algo hecho y sometido a un logos que el hombre puede pronunciar. Se deja ver en la literatura sapiencial, en los profetas, en la mentalidad mesiánica, histórica, liberadora, y ¡científica! (que tan bien refleja no recuerdo qué libro sapiencial, mandando a los hombres “ir al médico” cuando enfermen, mientras las culturas circundantes consideraban las enfermedades una maldición de los dioses a la que no cabía oponerse). La Encarnación, la relativización de lo ritual y la Ley, el mensaje de la caridad, el Sermón de la Montaña… todo ello crea las condiciones míticas de nuestro pensamiento. Los conceptos del pensamiento occidental (moral, científico…) no son sino el producto de una reflexión cuyo origen son los mitos judeocristianos. A estos mitos se incorporaron, por supuesto, las filosofías griegas, pero en un modo radicalmente transformado, en el que ni “mundo” ni “hombre” podían significar ya lo mismo. La historia se vuelve más divertida en el siglo XVIII, donde los ateos cientifistas creen encontrar su particular Edad de Oro. Pero lo cierto es que los tipos más anticlericales de la Ilustración francesa (como Voltaire) o los más amorales (como Sade), fueron todos de letras, salvo el tipo más ateo, el médico La Mettrie, formado –no es un chiste– en la teología jansenita. Por el contrario, los nombres de la ciencia triunfante (como d´Alembert) están unidos a la fe cristiana. En cuanto a la filosofía: existe una línea continua que une las heterodoxias medievales (Hus, milenaristas, etc.) con los grandes nombres de la filosofía moderna, especialmente, del siglo XVIII, a través de la Reforma y de grupos como los pietistas, los rosacruces, etc. Algún día contaré este asunto más despacio.

Pero, en fin: fieles a su propio dogma de que la religión es ajena al avance moral y científico de Occidente, los protohombres del ateísmo cientifista continúan su particular cruzada contra la oscuridad: el caso más triste de toda esta historia es la lamentable campaña contra Francis S. Collins. Ya no importan sus cualidades como científico: doctor en química, médico, director del Proyecto Genoma Humano... Su declaración de fe cristiana le ha costado ser el centro de una campaña de ateos ilustrados –sobre todo el tal Steven Pinker, cuya contribución a la ciencia real es, comparada con la de Collins, limitada y tremendamente especulativa– que se han puesto en pie de guerra para protestar por su nombramiento como director del Instituto Nacional de Sanidad de EEUU. Al parecer, no les basta que, a pesar de sus estúpidas creencias, Collins sea una figura irremplazable en la decodificación del genoma humano. Siguen pensando que los prejuicios religiosos son barreras al conocimiento, mientras que los prejuicios antirreligiosos son instintos saludables en el avance del saber. Esto es lo que hace de ese ateísmo cientifista, no sólo algo poco elegante, sino lo que revela finalmente su lado más falso, fanático, y peligroso.

20 comentarios:

Jesús dijo...

¡Qué precisa y preciosa síntesis, Alejandro!
Se nota que la cerveza sentó bien...

Anónimo dijo...

Interesante reflexión. El ateísmo adolece, igual que cualquiera de sus opuestos, de un ensoberbecimiento que le lleva a buscar referentes filosóficos en épocas cualesquiera. Evidentemente, esto exige pasarse por el forro los más elementales escrúpulos históricos. Pienso, por ejemplo, en Voltaire, según tú mismo has mencionado: su anticlericalismo no impedía en modo alguno una fuerte creencia deísta (si bien no formulada claramente).
Además de este perdonable desliz, se ignora, como bien señalas, que la ciencia no está separada de la religión antes del siglo XIX, y aun así esto puede ser legítimamente cuestionado. En la Ilustración, los mayores combates se libran contra la Iglesia, no contra la existencia de Dios.
Por otro lado, científicos absolutamente ateos no abundan, aunque incluso habrá quien se sorprenda de la fe de Newton (así como de sus páginas innumerables sobre alquimia) o de la superestrella Einstein.

En realidad, yo diría que la imagen modélica del científico ateo debe tener un origen muy específico en la historiografía de la ciencia del sigo XX. No se me ocurre ahora ninguna posibilidad decente, pero quizá haya algo de ello en la escuela de Kuhn. En cualquier caso, la ira de los ateos cientificistas, siguiendo tu término, es una pasión tremendamente autocomplaciente, de modo que su desarme resultará largo y difícil.

alberto carpio dijo...

Querido Ale, y querido Olegario, no sé si ese tipo de personas merecen un escrito sesudo, no creo que haga falta desmontar al que se desacredita solo. En todo caso agradezco la entrada, sobre todo en lo que se refiere a la toma de conciencia que produce el cristianismo. Yo, que por desgracia soy ateo, y que ni siquiera tenngo el placer de ser cientificista, valoro infinitamente venir de una cultura cristiana que ha producido a gente atea. Qué otra religión ha dado a seres capaces de no creer en ella. Ya hablamos de esto en otras circunstancias más etílicas y felices, Ale, que no sé si recordarás por eso de que llevabas una corbata en la frente. Y por tus estudios Olegario eres ya un especialista en estas lides, supongo. Ahh, y una pregunta abierta a los dos, habéis leído el estudio de Nancy: Declosión del cristianismo?, cada vez que entro a una librería aquí lo veo, y ya tengo curiosidad. Un abrazo,
Alberto

Alejandro Martín dijo...

Gracias por vuestras aportaciones.

Alberto: me temo que sí sea necesario dedicarle muchas páginas a este tema. La ecuación según la cual a más ciencia, menos religión, en su forma más simplificada y pedestre, funciona hoy día en la mente de muchas personas, incluso en un nivel inconsciente. Y lleva a gentes ilustradas (véase el blog "razón atea" o la conversación sobre este tema en "A bordo del Otto Neurath") a defender con toda naturalidad -y me refiero ahora al rechazo al nombramiento de Collins- lo que es lisa y llanamente un atentado contra los derechos humanos, al pretender imponer una manifiesta discriminación por razones de conciencia y credo.

Por lo demás, no conozco el libro que mencionas, pero he leído un fragmento y tiene muy buena pinta. Leelo y dinos si vale la pena.

No recuerdo haber llevado jamás una corbata en la frente... :-)

oliver sotos gonzález dijo...

Una vez, al principio de la carrera, uno de los profesores de laboratorio nos dijo que si en un caso teníamos la mala suerte de que nos cayera un ácido concentrado, la respuesta teóricamente lógica sería añadir una base concentrada para contrarrestar el pH. Al momento añadió que eso era completamente falso. El resultado es una reacción espontáneamente explosiva (lo describo en términos no científicos, entiéndase). Lo mejor para contrarrestar los efectos de los ácidos o bases concentradas es, según creo recordar, el agua, y si en un caso usamos el ácido o la base (su opuesto por así decirlo), tendría que ser diluido.

Acabo de llegar de vacaciones y me he explicado como el culo, pero el caso es que creo, según voy leyendo en tu blog, que eres algo bastante concentrado (no sé si ácido o base)... atentar contra los derechos humanos puede ser algo de cachondeo o exageración andaluces, pero es que ya llevas unas cuantas desde que sigo tu blog, y eso yo no lo concibo como humor.

Es que resulta que al hablar de Dawkins y etc. pienso que lo que haces es hablar de tu némesis (es que es para tomárselo como un cómic, lo que pasa es que aquí no veo ni superhéroes ni supervillanos).

Si creer en dios significa creer en algo o alguien sobrenatural que nos ha creado, aquí declaro que, según mis razonamientos científicos (como sabes, soy licenciado en químicas) como mis intentos de razonamiento metafísico, así como lo que me dice mi propio yo (que soy yo a fin de cuentas), pues no creo en él, no creo que hayamos sido creados, ni cosas por el estilo. Y no me hace falta apelar a filósofos de este o aquel siglo.

Es lo que yo pienso.

Eso sí, si quieres creer en dios y montar pataletas porque otros no aceptan que se crea en dios, perfecto. Aunque creo que ese no es el camino metafísico a seguir. Yo creo que se deben obviar toda esa clase de pamplinas (porque para mí lo son). Lo importante es la fe, ya sea en un lagarto, en una piedra, en un bosón, en un dios o en uno mismo (y por esto último es por lo que me decanto).

Yo creo que si te sigues dando coscorrones contra la misma pared, acabaras como estabas hace unos meses, cansado, hastiado, y sin querer seguir combatiendo... ¿y qué sacas con ello?

En fin, pilarín, allá tú. Pero es una pena que una mente tan privilegiada se entretenga en los árboles (o por lo menos yo lo veo así).

Hala, después de la reprimenda, te toca a ti.

Alejandro Martín dijo...

Hola, Óliver. Espero que hayan sido unas buenas vacaciones. Y, como siempre, gracias por tu comentario. Espero que mis entradas nunca sean tan ácidas como para quitarte las ganas de escribir en ellas.

Respondo: en 1799 el filósofo Fichte fue desalojado de su cátedra en Jena acusado de ateísmo. Hoy nos lamentamos de que Europa no fuese lo suficientemente ilustrada -ni siquiera a las puertas del siglo XIX en un país protestante- como para entender que las creencias religiosas de las personas no deben ser motivo de discriminación social. Y hoy, en el s. XXI, parece que algunos le quieren dar la vuelta a la tortilla, e impedir que una eminencia científica ocupe un puesto en una institución por ser cristiano. ¿Te parece una exageración decir que eso va contra los derechos humanos? Échale un vistazo a la Declaración.

Me parece estupendo que no creas en Dios. Y que creas en ti mismo: yo también creo en mí mismo, por eso no renuncio a pegarme coscorrones contra cuantas paredes sea necesario, para defender lo que honestamente creo que es justo. Es una vocación muy filosófica ésa. Espero que cuando me parta la cabeza, haya dejado alguna grietecilla.

Alejandro Martín dijo...

Y permíteme dos apreciaciones más: he dedicado una larga entrada a explicar, con algunos datos y con algunos argumentos, por qué considero que la religión cristiana ha contribuido al avance moral y científico de occidente, y por qué considero una barbaridad lo que se pretende hacer con Collins. Veo en tu comentario, sin embargo, poca contraargumentación. Te limitas a declarar tu ateísmo, y a llamar "pamplinas" a las creencias religiosas de los demás, aunque mi entrada la podría firmar un no creyente con la suficiente honestidad intelectual para reconocer algunas verdades históricas y algunas obviedades éticas.

En cuanto a lo de que acabaré "cansado, hastiado"... no sé a qué te refieres. Que me canse oír una y otra vez argumentos pseudocientíficos contra la religión, que fueron superados hace siglos, no significa que me vaya a cansar de decir que son un error.

Un abrazo.

oliver sotos gonzález dijo...

Tampoco has leído bien mi argumentación: digo que todo ese rasgarse las vestiduras porque hay otros que se las rasgan me parecen pamplinas. Me parecen pamplinas las intolerancias, como por ejemplo el caso Collins (y tantos otros que por aquí he leído), me parecen pamplinas las argumentaciones. Y me parece pura pamplina el establecer que no existe dios y quien crea en él es alguien al que no se le puede mirar a la cara, y también me parece pura pamplina lo contrario. Ya estoy harto de las verdaderas inquisiciones, y no las que predican los pseudointelectuales y pseudopoliticuchos que tenemos a bien sostener en este país (me da igual de qué ideología, todos son iguales para mí. Pero ese es otro tema).

Hoy en día parece que todos estamos atados de pies y manos a punto de ser lanzados al río. Si nos quedamos hundidos somos humanos, y si salimos a flote somos brujos y por ello tenemos que ser quemados en la hoguera. Y todo ello en pleno siglo XXI.

Y claro, no era mi intención el llamar pamplina a lo que crean los demás, no es esa mi intención, o a ver si es que ves gigantes donde sólo hay molinos. Ya que lo que crea cada uno (y lo he expresado con claridad con la fe en los lagartos, bosones, dioses, etc.) para mí es importante, y lo importante (como ya he dicho) es que se tenga fe.

Una última apreciación, todo filósofo tiene que ser crítico, pero no todos los críticos son filósofos. Y, metiéndote un poco más de caña te diré que las críticas que estoy viendo en tu blog no me parecen para nada filosóficas, sino de licenciado en filosofía, que ya me enseñásteis la diferencia entre ambos.

No voy a decirte por qué pienso lo que pienso, ya que no quiero darte todo el trabajo hecho. Pienso que eso queda a la reflexión, la tuya. Además, ya estoy cansado de escribir. Me gustaría que reflexionaras y que tras un tiempo pudiéramos establecer un diálogo sensato. Pero eso ya hemos demostrado que no lo podemos tener (en otras entradas ya ha sucedido).

Por cierto, me preguntabas que de dónde había sacado que estabas hastiado: Sábado, 2 de Mayo de 2009. "La Primavera" (http://amartinnavarro.blogspot.com/2009/05/la-primavera.html)

Aunque eso no hacía falta escribirlo, sólo había que verlo al natural.

Adiós

Alejandro Martín dijo...

Hola, Óliver. Qué rápido!

¿Qué puedo decir? Vuelves a cargar sin mojarte. Así es fácil. Dices que no ves nada filosófico en lo que digo en este blog. Pero no dices exactamente qué y por qué no. Nunca dices: "te contradices en esto", o "ese dato es falso", o "míralo por este otro lado...". Eres como el que se niega a jugar al Trivial, pero se queda cerca para soltar de vez en cuando un "qué fácil", "esa la sé yo", "cómo has podido fallar ésa"... Un poco tramposo, ¿no te parece?

Te repito que mi entrada explicaba una cosa concreta: que el cristianismo ha influido en la moral y la ciencia, y que la campaña contra Collins es injustificable. Si esto no es lo suficientemente filosófica para ti, ¿qué le voy a hacer?. No pretendo convertir mi blog en la próxima obra cumbre del pensamiento. Me basta con reflexionar hasta donde llego, y hacerlo lo mejor que puedo, sobre cosas que a mí me importan. Si a ti te parecen pamplinas, bien. A mí no.

Veo que no has entendido la entrada sobre la Primavera, supongo que otra vez por leer como si fuera una monografía de química lo que pretendía ser una entrada literaria. ¿Y al natural se me veía "hastiado"? ¿Eso es un argumento, un aporte a la entrada, un simple ataque personal? Yo que tú, en todo caso, me fiaría menos de mi ojo clínico.

Saludos

oliver sotos gonzález dijo...

La piedra pa ti.

Por lo menos espero que disfrutes con el sketch.

http://www.youtube.com/watch?v=T5qsTzuLe1I&NR=1

Anónimo dijo...

Ante todo, enhorabuena por la entrada, que me parece excelente.
Por supuesto suscribo todo lo que dices. Es curioso como algunos quieren darle a la palabra "fe" el significado que más le conviene a su ideología. Hay gente que cree firmemente que después de la muerte no hay nada (cualquiera que sea el significado que crean que tiene la palabra "nada"), y otros que hay "algo" (en el fondo, en mi opinión, más lógico que lo anterior, puesto que todos conocemos el existir "algo", mientras que no podemos imaginarnos la "nada"). Pues bien, los que creen que no hay nada (habitualmente estos integristas científicos a los que aludes) dan a entender que los que creen que hay algo tienen mucha "fe", cuando en realidad es que tanto unos como otros tienen la misma: ninguno de los dos grupos pueden probar que lo que dicen es cierto o que deja de serlo.
En fin, espero haberme explicado.

Un saludo.

Alejandro Martín dijo...

Sí, te has explicado muy bien, cambiosocialya. Justamente lo que a mí me sorprende es el exceso de fe de quienes dicen no tenerla. Y creo que todos deberíamos ser un poco más escépticos en relación a nuestras propias creencias, y así sería más fácil no erigirnos continuamente en inquisidores de los demás. Un saludo

Alejandro Martín dijo...

Y Óliver, sorprendente tu capacidad para crear polémica sobre el vacío, y encima recriminarme a mí no se sabe qué cosas... A ver si eres tú el que está en la cueva... Au iretzat eta ni Jainkoarentzat!

oliver sotos gonzález dijo...

Ale, ahora estoy de vacaciones y tengo tiempo pa muchismas cosas, y esta es una de ellas. Por lo menos no me quedará la espinita de que no lo he intentado.

Una cosa... ¡¡¡¡¡lo cualo!!!!!

Eskaralakakatúarrrrrr!!!!

Yo también tengo refranero:

¡¡¡No te digo na y te lo digo to!!!

Alejandro Martín dijo...

¿Qué es lo que has intentado, Óliver? Es que sigo sin saberlo. No consigo ver con qué no estás de acuerdo de mi entrada y cuál es la intención de tus comentarios. A ver si me lo explicas bien y podemos dialogar sobre algo. Es que esto cada vez es más surrealista...

oliver sotos gonzález dijo...

A ver, yo creo que occidente como sociedad, pese a su crisis económica (y justamente ni eso mueve sus cimientos) vive en un momento de apatía general. Debido a que no hay movimiento social, ya que la gran mayoría de la masa que conformamos esta, por así decirlo, entidad cultural llamada occidente estamos más que bien asentados: vida solucionada (más o menos), no sabemos lo que es hambre, tan sólo sabemos lo que es ganas de comer. Por citar un ejemplo.

Este principio de siglo no es el principio del siglo XX para la sociedad europea, menos mal. Entonces, al tener todo lo material al alcance de la mano (estoy generalizando MUCHÍSIMO, pero esto es un comentario y creo que profundizar aquí sería demasiado para mí y para el comentario), nos acordamos que hay algo más, pero no por necesidad, sino por apatía. Esto último la verdad es que merecería una reflexión por mi parte más profunda, pero es simplemente una intuición, que con el tiempo supongo y espero que iré profundizando:

Yo creo que a lo largo de la historia de occidente hemos podido ver que nunca hemos podido estar quietos, siempre tenemos que tener alimentada una parte del cerebro, aquélla que nos hace movernos o que nos impida movernos. Me explico: siempre hemos estado en guerra, si no eran contra los romanos era contra los francos, o los bárbaros o ... qué más da, tampoco soy tan ducho en historia.

El caso es que lo que ignoro por completo qué ha sucedido, por lo menos en nuestro país, en un periodo entre guerras. Cómo solucionábamos nuestros problemas y qué problemas nos inventábamos, y sí digo inventábamos.

A día de hoy lo veo fácil. Nos inventamos problemas a diestro y siniestro, tanto a nivel local, con nosotros, nuestros vecinos, etc. como a nivel general, con los putos políticos hablando de que si tú escuchas más que yo, y de que tú lo haces peor que yo pero yo no propongo nada para remediarlo.

Bien, pues a nivel de la religión, creo que estamos viviendo una situación análoga a la de antes de que el cristianismo fuera considerado el opio primordial del pueblo (permíteme esta licencia, no es una falta de respeto en absoluto, sino que pienso que nosotros, seres humanos, necesitamos de opio social para sobrevivir el día a día, y si no hubiera subido el cristianismo al poder, a lo mejor estaríamos teniendo esta misma discusión pero sobre el sol).

oliver sotos gonzález dijo...

En fin, que me pierdo. Cuando el cristianismo subió al poder, para hacer la transición más llevadera sustituyeron las celebraciones al sol por celebraciones cristianas, para que el pueblo siguiera teniendo sus mismos días de opio, aunque fuera otro culto.

Hoy en día pienso que está sucediendo lo mismo con el laicismo. Están comenzando a aparecer matrimonios civiles, bautizos civiles, llegarán las comuniones civiles, etc.(y aquí te digo que si no estoy de acuerdo con los rituales eclesiásticos, tampoco lo estoy con los civiles, que conste).

Yo creo que es porque la sociedad está pidiendo un cambio de ritmo, y la teocracia en la que se vivía hasta hace bien poco se está sustituyendo por una democracia cada vez más cimentada (y digo se está porque en historia los tiempos son más lentos).

Yo creo que como cualquier opio, hay gente que se pasa con la dosis, es decir, se excede. Y ahí surge el pensamiento que he dicho antes concentrado. Haciendo símiles como los que tú has hecho (que me siguen sin gustar, por cierto) pero algo más macabro (ah, no juego a Trivial porque tenía uno, y he jugado tantas partidas que me aburre soberanamente. Y por cierto, yo creo que el objetivo en mi vida es instruirme para que mi instinto me diga, en el caso de que no hubiera jugado nunca, si quiero o no quiero jugar): por un accidente de avión que haya pensaré que el avión es el medio de transporte más inseguro. Cuando está demostrado que es el más seguro.

En la sociedad de hoy, debido a que nuestra cabeza tiene que tener opio y a gente no le llena, y tampoco está acostumbrada a meditar, se inventa problemas, o busca entretenerse (muy postmoderno esto, oiga) con lo que sea, usa la imaginación en cosas desproporcionadas, y la del doctor que comentas es una de ellas. Y, según lo que cuentas, si es por lo que cuentas, es una aberración.

También sucede una cosa que a mí me da qué pensar. Cuando son estamentos semi-políticos, quizá haya algún motivo añadido por el que no le hayan aceptado para tal puesto(y aquí estoy usando esta imaginación de la que renegaba unas líneas antes).

El caso es que como esto no se puede parar, y hay casos extremos tanto por un lado como por el otro (y por favor, no entremos al trapo de nuevo con los para mí absurdos pro-vida, pero para que veas que ese es un extremo del otro lado, aunque tú no lo compartas). Por eso quiero saltármelo, paso de fumar ese opio, porque no me alimenta, me aliena. Y prefiero utilizar esa energía para discurrir todo esto intentándolo mirar como bosque (que seguramente no he conseguido).

Además, veo al ser humano más prisionero que nunca de sus propias creaciones, por lo que mi empeño radica en profundizar en esa vía, y con todas las armas de las que disponga, la física, la química, y, por supuesto que por encima de la ciencia, la filosofía.

Por cierto, seguramente todo esto sea un cúmulo de ideas sin un orden. Pero como con C., al principio de una conversación de este tipo, las ideas se me agolpan y quieren salir todas a la vez, y ahora ha sucedido algo parecido. Así que espero que no te hagas la picha un lío a la hora de intentar entender todo lo que te he escrito.

PD: por eso te decía lo de superar esto y seguir para adelante. Sobre los temas extremos, hay que realizar una función crítica, estoy de acuerdo. Pero te digo una cosa, la función crítica se ve y se realiza de un modo distinto desde la cueva en donde ahora estoy. Pero eso es otra historia.

Alejandro Martín dijo...

Bueno, Óliver, tu respuesta es larga y algo caótica, y me cuesta entender todos los párrafos. Pero intentaré responderte, saltándome las disgresiones más o menos anecdóticas o marginales.

En lo que atañe al tema de esta entrada, entiendo que tu opinión consiste en que los occidentales, inmersos en la apatía, “nos inventamos problemas a diestro y siniestro”. Me criticas, entonces, el situarme en “el otro extremo”, pero no puedo darte la razón. No estoy en ningún otro extremo, porque yo no critico a quienes no creen en Dios, ni pretendo que nadie adopte ninguna fe, ni me enfado por las ideas de los demás, ni trato de impedir el justo reconocimiento del trabajo de nadie por sus ideas religiosas. Cuando haga algo de eso, por favor no dudes en afeármelo.

Por el contrario, critico a quienes, cegados por su propia fe, están dispuestos a cerrar los ojos a la historia, e incluso a unos valores que, cuando la cuestión es puramente teórica, pretenden defender.

Me parece muy bien lo de superar esto e ir adelante. Pero yo no “quiero saltármelo”, porque mi propósito es más modesto: dado que el bosque se me hace muy grande, sólo pretendo ejercer de ciudadano pensante (ya que no puedo pretender el título de “filósofo”) de un país libre, y usar mi pequeño y humilde blog para decir lo que opino, por ejemplo, sobre el origen de nuestros valores y sobre lo que me parece una injusticia (a la que tú, por cierto, ahora llamas “aberración” pero hace sólo un par de comentarios considerabas “pamplina”).

Por último: me parece enormemente impreciso lo que dices de las celebraciones romanas, el culto al sol, y las fiestas como “opio”. Esa "sustitución" no es como la planteas. Y en cuanto a la religión como opio... para mí, la religión ha servido para intensificar las fuerzas vitales del hombre, para acrecentar su sentimiento colectivo, para crear lazos de solidaridad histórica, etc. ¿Por qué quienes no creen en lo sobrenatural se niegan a conceder a la religión una función "natural" que explicaría las cosas mucho mejor sin necesidad de presentarla como algo estúpido y alienante..? Pero bueno, lo dejaremos, que eso es otro tema.

Un abrazo

oliver sotos gonzález dijo...

Mira, tenía una respuesta larguísisisisima, pero creo que me voy directamente a la cabronada, que es con lo que disfruto.

No me apetece escribir mucho. Así que te diré, como conclusión, que no, que no me vengas de humilde, no lo somos ni tú ni yo. ¿Por qué no quieres ver el bosque? (yo tampoco lo estoy viendo, pero quiero intentarlo). ¿Tanta inseguridad te plantea el hecho de hacerlo?

PD: Esta sí es mi última respuesta, de verdad, que ya me cansa esto. Ah! tú también te quedas con lo marginal, majete. A mí pamplina me parece más soez y degradante que la palabra aberrante. Pero bueno, no dejan de ser palabras e interpretaciones, y eso era lo menos importante de lo que te quería decir.

Alejandro Martín dijo...

Pues ya sabes... cuando quieras enseñarme el bosque, no dudes en hacerlo. Por desgracia, me quedo sin saber si quiera qué has querido decir con toda esta retahila de comentarios. ¿Cuál es el bosque que me niego a ver? ¿cuál es tu opinión contraria a las afirmaciones de mi entrada? Preguntas que quedarán en el misterio...