viernes, 30 de octubre de 2009

La poesía de Jorge Teillier

El otro día, curioseando por la red, descubrí al poeta chileno Jorge Teillier, a quien no había leído. Suele ocurrirme con muchos poetas sudamericanos: me impacta (creo que ése es el verbo apropiado) la forma que tienen de usar el lenguaje, como si éste fuera una húmeda arcilla fácilmente moldeable con la que se pudiera construir casi cualquier cosa. Y también la riqueza (a veces exótica) de su vocabulario, la precisión de los sustantivos y los adjetivos. Pero en fin... yo no quería escribir esta entrada para teorizar sobre su obra, sino para compartir a Teillier con quienes aún no lo hayan leído. Copio sólo un par de fragmentos:

"Siento correr por las venas del campo
un jinete nocturno enmascarado.
La noche. También galopan en caballos robados
los cuatreros arreando los vacunos.
Surgen los trenes. Las reces dormidas se levantan
allá en los grandes galpones de madera."

(Muertes y maravillas, -¡de donde toma su título el poemario de otro gran, también "lárico", poeta hispano: Rafael Adolfo Téllez!)

"Me despido de una muchacha
que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
caminó conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas en que las calles se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias."

(El árbol de la memoria)

"Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo,
pero sé que no hay mañanas y no hay cantos de gallos,
abro los ojos, para no ver reseco el árbol de mis sueños,
y bajo él, la muerte que me tiende la mano."

(Muertes y maravillas)

Un poema completo:

"Cuando ella y yo nos ocultamos
en la secreta casa de la noche
a la hora en que los pescadores furtivos
reparan sus redes tras los matorrales,
aunque todas las estrellas cayeran
yo no tendría ningún deseo que pedirles.
Y no importa que el viento olvide mi nombre
y pase dando gritos burlones
como un campesino ebrio que vuelve de la feria,
porque ella y yo estamos ocultos
en la secreta casa de la noche.
Ella pasea por mi cuarto
como la sombra desnuda
de los manzanos en el muro,
y su cuerpo se enciende como un árbol de pascua
para una fiesta de ángeles perdidos.
El temporal del último tren
pasa remeciendo las casas de madera.
Las madres cierran todas las puertas
y los pescadores furtivos van a repletar sus redes
mientras ella y yo nos ocultamos
en la secreta casa de la noche."

(Poemas del país de nunca jamás)

Y un último ejemplo: en una web que recoge una selección de su obra, se dice que Teillier escribió este poema, “Estación sumergida”, con 17 años (!). Éstas son sus dos últimas estrofas:

“Alguien me debe esperar -quizás algunos muertos-
pues voy hacia las chimeneas rústicas, los aserraderos vacíos,
las grandes, prestigiosas casas de madera sureña venidas abajo
como flores destrozadas por los duros dientes del olvido,
y busco el sol en los huertos cuyos párpados lo esconden.
Todo me espera en la estación sumergida, nuevamente,
en la empapada de malezas, la crecida de sueños angustiados y torvos,
mientras el tiempo detenido cierra sus pesados portones
y confusamente respira en el mar del invierno”.

4 comentarios:

Javier González dijo...

Excelentes versos lo de este hombre. Me impacta ese último fragmento, como sólo 17 años... también me presiona.
De todos modos es extraordinario.

Jesús Beades dijo...

Ésta, esta es la veta viva de la surge la espléndida poesía de Rafael Adolfo Téllez. Ya lo dijo Borges: tras Cervantes, con Quevedo, empezó la poesía española a volverse retórica. Qué vida y qué misterio.

Unknown dijo...

Qué bueno que hayas descubierto a Teillier. También te recomiendo a Enrique Lihn. Algo dije sobre ellos en una reseña para poesíadigital, por si te sirve:

http://www.poesiadigital.es/index.php?cmd=critica&id=57

¡Un saludo!

Alejandro Martín dijo...

Javier: no te presiones. Yo no he escrito un poema como ese con 30 años. ¡Tú aún tienes tiempo!

Jesús: exacto, eso es lo que me suele cargar de la poesía española: su exceso de retórica. Lo de esta gente es pura visión que arrastra al lenguaje.

¡Pablo! Muchas gracias. A ti te debo mi interés por la poesía sudamericana. A quien no puedo agradecerle tanto, ay, es a mi pereza y desidia natural, que siempre me hace posponer casi todo. Esta vez, prometo leer lo que me propones. Por allí hay demasiado bueno para dejarlo pasar...

Un fuerte abrazo