Robert Kagan desenmascaró muy bien la hipocresía de los europeos que, instalados en su paraíso posthistórico, se desarman y rechazan la guerra con argumentos morales, al tiempo que disfrutan del paraguas militar de los Estados Unidos. Ese antiamericanismo, que ve en los Estados Unidos el reflejo de nuestras propias miserias pasadas (colonialismo, violencia...) con los ojos de la culpa y el remordimiento, afloró el otro día: repitiendo la consigna de ciertos caciques ideológicamente subdesarrollados, el presidente de un país donde se hablaría alemán si no fuera por los norteamericanos, se mostró indignado por la unilateralidad con que Estados Unidos actuaba en Haití. Lo cierto es que, si la cosa dependiera de los europeos, todavía se estaría discutiendo si lo que hay que enviar son cascos azules o voluntarios de la Cruz Roja. Por suerte hay allí miles de soldados norteamericanos arreglando, un poco, las cosas, mientras los europeos y los bolivarianos discuten sobre quiénes deben hacerlo y bajo el mandato de quién. Al final siempre son los americanos los que, con su dinero y sus soldados, con su determinación y su activismo, sostienen los muros de la civilización.
5 comentarios:
ES una entrada valiente.
Amén.
Totalmente de acuerdo en lo del antiamericanismo fariseo de los europeos y, por supuesto, en la necesidad de una intervención rápida de los militares en Haití. Cualquiera que conozca un poco la historia de ese país se dará cuenta de lo que puede suceder si no se impone algún tipo de freno a la situación. Sin embargo, no estoy tan seguro de que los militares yanquis sean los valedores eternos de la civilización, al menos en Hispanoamérica (o América Latina, ya que hablamos de Haití). No lo fueron cuando sostuvieron la invasión de Guatemala en los años cincuenta, ni en la isla de Granada en los ochenta ni cuando arrasaron Panamá. Es verdad que esta última vez lo hicieron para deponer a un presidente que era delincuente internacional, vale; y ahora también lo hacen con buenos propósitos en apariencia. Pero yo hablaría, por el momento, de un mal menor como mínimo.
Cierto, Javier: el peligro del comunismo hizo creer a los norteamericanos que todo valía, y a menudo olvidaron que el mercado libre y la democracia son inseparables, que no se podía defender el primero a costa de la segunda. Pero, viendo como está el mundo (China, Rusia, el mundo árabe en general...), tengo claro con quién me quedo. El poder no se demuestra sólo invadiendo países, sino como lo están haciendo ahora.
Francia hace bien en protestar. Pero en Haití, por el momento, nadie echa de menos su ayuda ni parece pedir a gritos que vuelvan sus soldados. En cambio, han recibido a los norteamericanos con los brazos abiertos.
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