domingo, 21 de marzo de 2010

La ruina

Hablo por teléfono con Paco Gallardo la primera tarde cálida de este año. Está en Sevilla, fumando un cigarro en la puerta de un bar con Jesús Beades. Mientras hablamos, contemplo desde la terraza de mi piso manchego los edificios abandonados que hay enfrente, y me pregunto qué rara satisfacción nos dan estas cosas viejas, inservibles, ruinosas. La ruina era una metáfora muy querida por los románticos. Schleiermacher la explicaba de la siguiente manera: "Si de una gran obra de arte no considerarais más que un fragmento particular y si, a su vez, en las partes concretas de este fragmento percibís contornos y proporciones totalmente bellos de por sí, que están contenidos en este fragmento y cuyas reglas cabe descubrir enteramente a partir del mismo, ¿no os parecerá entonces el fragmento más bien una obra de por sí que una parte de una obra?”. Pero la ruina no es sólo una categoría estética, basada en la constatación de que cualquier fragmento también es, respecto de sí mismo, un todo. También es una categoría ontológica: el mundo es la ruina que evoca su propia totalidad perdida. Contiene la belleza de lo efímero: el recuerdo de que el ser, incluso en su más espléndida forma, es tiempo, y por tanto, ocaso. La ruina es la memoria de que todas las cosas están, en el fondo de sí mismas, rotas. Pero lo ruinoso no sólo es atractivo en cuanto evoca un pasado, sino en cuanto convoca un futuro: el caos, decía Schlegel, "que espera del roce del amor para desarrollarse". Y en otro lugar: "Sólo es un caos aquella confusión de la cual puede surgir un mundo". Por eso la contemplación de la ruina provoca en nosotros la experiencia de una promesa, escondida en las vigas desvencijadas y en las grietas mohosas de los muros. Más aún si brillan bajo el sol de esta esperada primavera.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una reflexión estupenda, con una buena foto. Te imagino mirando por la ventana y pensando estas cosas... en lugar de escucharme. Je, je.
Un fuerte abrazo ruinoso.

Marisol Cragg de Mark dijo...

Vengo del blog de Joan Josep. Un placer haberte leído. Te sigo.
Sí, la esperada Primavera luce más romántica al pie de una ruina.
Viele Grüße aus Berlin :-)

Anónimo dijo...

hablando de ruinas, me puedes recomendar algún buen poeta del romanticismo alemán. gracias machote.

Alejandro Martín dijo...

Hola a todos, y gracias por vuestros comentarios. Marisol, bienvenida ¡Y desde mi querida Berlín! Tómate una Berliner Weise a mi salud cuando puedas :-) Bis bald.
Anónimo, no sé qué decirte, así de pronto... Hölderlin es un clásico, a mí me gusta mucho, y Novalis tiene sus buenos momentos... empieza por ahí...