jueves, 20 de enero de 2011

Esperar y perder

De aquello hace ya siete años. Yo tenía, por tanto, veinticinco. Pero los largos días neblinosos en La Mancha me han traído de repente aquella imagen: camino por el Türkenschanzpark, que mi querido y ya fallecido profesor Manuel Pavón me había descrito como "el más hermoso de Europa". Los árboles están robustos y verdes como nunca antes los había visto, aunque el buen tiempo no termina de llegar del todo: la hermosa luz de mayo en Viena, que muestra de pronto los cuerpos femeninos, largos meses ocultos, y llena las terrazas de gentes, y el aire de músicas y de idiomas que apenas reconozco. Pero, al mismo tiempo, se pierde el romanticismo de los cementerios y su niebla, los grajos negros sobre los tejados de las casas, y los pueblos nevados entre los montes de Austria.

Y en este preciso momento, siete años después, mientras levanta la niebla al final de la tarde, vuelve aquella misma emoción: que el dolor de toda pérdida es mayor que la alegría de una hermosura nueva.

3 comentarios:

Jesús Beades dijo...

Espero que no.

Fernando dijo...

Qué extraña es la última frase en un tío de tu edad, Alejandro.

Alejandro Martín dijo...

Cómo sois... no dejáis que me ponga elegíaco ni un rato.