jueves, 13 de noviembre de 2008

Sloterdijk y la memoria del Holocausto



En el Jüdische Allgemeine de 7 de agosto de 2008, Sylke Tempel escribe un artículo criticando las últimas tesis de Sloterdijk acerca de la cuestión judía. Traduzco las partes más interesantes:
« ¿Cuándo termina realmente el “tiempo de postguerra”? ¿Cuándo puede hablarse de una feliz “asunción del pasado” que permita tener una conciencia limpia y una vida libre de remordimientos?
El filósofo Peter Sloterdijk ha encontrado una curiosa respuesta a esa pregunta. La elección del Cardenal alemán Joseph Ratzinger como Papa significaría, según él, el exitoso final del ajuste de cuentas con el pasado. Esta elección supondría “un signo de enorme condundencia, según el cual un origen alemán ya no podrá ser más una razón para la desconfianza; un nombre alemán puede volver a representar un símbolo de integración del más alto nivel”. Hurra, estamos curados, somos otra vez dignos de confianza, y sobre todo, un ejemplo para el mundo entero.
Sloterdijk no sería el filósofo propenso a confundir que es, si hubiera profundizado directamente en el tema de la normalización. Su tesis se encuentra en el librito aparecido en Suhrkamp Teoría del tiempo de postguerra, un discurso sobre las relaciones franco-alemanas desde 1945. Por supuesto, en él no se ocupa de la red de relaciones cotidianas, sino del proceso que denomina “Metanoia”. Brevemente, esto quiere decir lo siguiente: los perdedores de la guerra deben “extraer de la derrota las consecuencias acertadas y mantenerlas en la memoria cultural”. Los vencedores pueden seguir como están (...)
Martin Waldner, el receptor del premio de la paz de los libreros alemanes, que durante su discurso en la Paulskirche había exigido el derecho a dejar de mirar hacia la culpa alemana, es para Sloterdijk un héroe. A él le dedica un capítulo entero de su libro (...)
Las tesis de Sloterdijk asustan, porque el filósofo no entiende en su planteamiento lo que significa ese concepto –reconozcámoslo– tan equívoco de “superación del pasado” (Vergangenheitsbewältigung). Da igual si prefiere usar el más distinguido de “Metanoia”. Su error sigue siendo que no hay ninguna consecuencia clara que pueda anclarse en la memoria colectiva, ninguna terapia concluida satisfactoriamente, y desde luego, ningún nirvana político. Sólo hay, en primer lugar, una reflexión continua acerca de la cuestión de qué ocurrió realmente. Ahora nos ocupamos con un debate mucho más exigente acerca de por qué pudo suceder, un debate que posiblemente continuará hasta quién sabe cuándo.No se trata de haber alcanzado la integridad –con Papa alemán o sin él–, sino de alcanzarla de nuevo, una y otra vez. Si no, podría extraerse la falsa conclusión de que podemos desinteresarnos. Si alguna enseñanza que extraer de todo esto, entonces es esa misma: interesarse, interesarse profundamente. Interesarse por la cuestión de qué significa actuar moralmente en un mundo donde tienen lugar, sin que nadie lo impida, asesinatos colectivos como en Dafur. O por la cuestión de cómo hay que comportarse con un régimen que quiere producir armas de destrucción masivas y amenaza a otro país con la destrucción (...) »

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