Es difícil hacer comprender a quienes no conocen T. hasta qué punto es éste un lugar absolutamente fantástico, capaz de dar la vuelta a todas las expectativas que podamos tener respecto a la raza humana y su civilización. El panorama apenas queda siquiera esbozado si me pongo a hablar de la ausencia de normas de tráfico, de las bicis circulando sin luces en las horas más oscuras de la madrugada, o si refiero algunas de sus expresiones más autóctonas: "¿no te abulta?", "hace chorrete, ¿en?", o esa misteriosa expresión irreconocible que Charo transcribe como "¡agüivayá!" y cuyo origen no hemos logrado descubrir. Dos anécdotas quizá posean la suficiente plasticidad para facilitar una imagen más precisa de T.:
La primera de ellas tiene lugar en el aula de un curso de 1º o 2º de E.S.O. El profesor, un chico joven y bien avenido con los alumnos, les pide que dibujen una nave. Él, que también fue niño un día y dibujó aviones, barcos y naves espaciales, esperaba encontrarse con algo parecido a la Enterprise, un Ala-X o una nave imperial. Sin embargo, cuando el primer niño le enseñó su dibujo, el profesor se encontró sobre el papel un rectángulo monolítico cuya estructura hacía difícil creer que aquello pudiera volar. Así que preguntó:
-¿Qué es esto, Rodrigo?
-Una nave de pollos, maestro.
Como se puede pensar, la nave de pollos de Rodrigo pulverizó en un segundo la nave nodriza que había planeado por la imaginación del profesor mientras ideaba su ejercicio de motivación. Pero la esencia rural de T. brilla aún mejor en la segunda anécdota que quería anotar, y que Charo, de viva voz y gesticulando, cuenta de una forma que consigue hacer llorar de risa. Le ocurre a ella en una clase de 2º de E.S.O. En Educación para la ciudadanía, tratan el tema de la llegada del nazismo al poder, la II Guerra Mundial y el Holocausto. Los niños la miran asombrados al oír por primera vez las persecuciones sufridas por los judíos a manos de los nazis. Extrañado por el comportamiento errático de los judíos, un niño -que no para de mirar a Charo con ojos de estupor- pregunta:
-Pero maestra... ¿y por qué no se iban corriendo por la era...?
3 comentarios:
¡Oh qué brisa virgiliana!
es genial, genial genial. Me apunto las expresiones de T., son increíbles...
Ale, soy Alberto,genial la anécdota de la era. Ana y yo hemos flipado, es un mundo en el que para huir, vivas donde vivas sólo debes meterte en la era. Fantástico.
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