jueves, 1 de octubre de 2009

La educación en España


Contar todo lo que opino sobre la educación, y además argumentarlo, podría llevarme a escribir una larguíííísima entrada que acabara siendo un coñazo, así que directamente dogmatizo sobre tres o cuatro ideas, y así ahorramos tiempo:
1. A mí me parece estupendo que a los profesores nos conviertan en “autoridad pública”, pero me descojono con el contexto en que se plantea la propuesta: hordas de adolescentes colocados arrojando botellas a agentes de policía armados. ¿A esos chicos se pretende impresionar convirtiéndonos en “autoridad”? Pero nos darán un lanzallamas, ¿no?
2. Los estudiantes adolescentes no son –al menos los que yo he tenido ocasión de tratar– una panda de degenerados sumidos en un estado de barbarie. Y no se puede idear un nuevo modelo educativo partiendo de la premisa de su maldad originaria. Así que convendría no perder los papeles...
3. En España tenemos una concepción errónea de lo público, que está en el origen de casi todos nuestros males. En Alemania o la República Checa, por ejemplo, se es extremadamente exigente en la educación pública. Lo público es lo pagado por todos a base de mucho trabajo: y se hace el esfuerzo colectivo de financiar una educación pública para que todos los que la quieran, puedan tenerla. Pero quien no quiere, quien está allí por pasar el tiempo, boicoteando clases y dejando pasar las horas, los días y los cursos, impidiendo a los demás su ejercicio del derecho a la educación, etc., sencillamente acaba fuera de ella, teniéndose que pagar sus estudios en la enseñanza privada. ¿Se entiende esto? Buenos: público, pagado por todos. Malos: privado, pagado por su señora madre. No al revés.
4. O sea: el sistema educativo español está hecho para asfixiar la excelencia: el otro día miraba, desde las ventanas de la cafetería, un curso de 2º de la ESO. Los buenos estudiantes, sentados en los primeros bancos, hacían esfuerzos para atender al profesor, mientras que, al fondo de la clase, un grupo de chicos mugía, gritaba y se lanzaba objetos. ¿Esta es la equidad y la igualdad de oportunidades que se persigue? Otro ejemplo: mi hermano trabaja en el instituto de un pueblo con poca vocación cultural, digámoslo así. La mayoría de los alumnos quiere trabajar pronto y el objetivo de las clases se resume prácticamente en un esfuerzo titánico por mantener el orden. Apenas hay espacio para enseñar nada. En este instituto, los cinco o seis grupos de los primeros cursos de la ESO se acaban convirtiendo en sólo dos 4º. De estos dos grupos, sólo algunos pocos alumnos se animan a hacer el bachillerato, para lo que tienen que trasladarse a otro pueblo. Allí fracasan estrepitosamente, después de años impedidos a tener una educación de verdad. ¿Es esto justo?
¿Para qué tantos millones de inversión pública? ¿Sabemos realmente para qué educamos, o la educación es ya sólo una institución que persiste por pura inercia?
Otro día más...

11 comentarios:

Javier González dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que expresas en esta entrada y me siento mal porque yo me he llegado a sentar alguna vez en la última fila. Será que el tiempo pone cada uno en su sitio... Ahora siempre soy de los primeros.

Héctor Meda dijo...

Muy interesante.

Yo creo que no hay uno sino varios problemas en la educación.

Desde la distancia, pienso, no sé si yo únicamente, que uno de los grandes problemas de la educación de hoy en día es la obligatoriedad del estudio hasta para chavales de 16 años que hace tiempo han tirado la toalla, más bien los libros.

jaimemarlow dijo...

Sr. Martín Navarro, leído este post me he quedado con ganas de saber más de lo que opina sobre la educación en España. Si se anima, ponga un post más extenso o cuélguelo como documento aparte. Le garantizo por lo menos un lector.
Saludos.

Alejandro Martín dijo...

Charles: lo de sentarse en los últimos bancos no están mal. El problema es que la única manera de dar algo de clase sea recluir a los "malos" allí, y soportarlos como un "ruido de fondo". ¿Qué sentido tiene? No hay forma de integrarlos en el proceso educativo, y encima dificultan el de los demás.

Hector: sí, hay muchos problemas, y ese que señalas es uno. Ahí es difícil encontrar un equilibrio, porque un Estado debe asegurar una mínima educación a los menores. Yo también creo que el antiguo bachillerato era más lógico. A esa edad, quien no quiere estudiar ya puede empezar a trabajar o a formarse en una profesión concreta.

Jaime: gracias. Volveré más adelante sobre este tema.

Anónimo dijo...

Muy bueno el post Alejandro, para mí todo se resume en la frase "el sistema educativo español está hecho para asfixiar la excelencia". Puntualizaría, además, que eso se hace aún más evidente en las Humanidades -eso que en alemán se denomina con muchísimo más tino Geistwissenschaften. La situación es todavía más descorazonadora cuando uno tiene que formar a algunos de esos alumnos que por pura inercia, y algún que otro empujón, han llegado a los primeros cursos de cualquier filología, por poner un ejemplo. Y luego a mucha gente se le llena la boca con la función social de la Universidad, etc....
Bueno, que me desvío del tema.
Un saludo

Th. Reichmann

cambiosocialya dijo...

Cuando vuelva sobre el tema, ya tiene garantizados dos lectores.
(Le recuerdo que eso ya es más de lo que tienen algunas colunmas de ciertos periódicos cuando se habla del tema XDDD).

Ángel dijo...

La educación democratizada, heredera de la mala democracia, decapita a todo aquel que sobresale. Ese es uno de los ejes sobre los que pivota nuestro sistema educativo. Lástima.

Recomiendo vivamente, sobre el particular, la lectura de este post.

Anónimo dijo...

Querido Ale,
estoy totalmente de acuerdo y además me he reído, lo que es doblemente mejor. El tema de la excelencia es claro. Nosotros estamos en esa inercia. ¿Has visto la sustanciosa carta abierta de ZP? Está en el pais, pero no dice absolutamente nada. Llevo años pensando en el tema del pacto educativo y casi prefiero ahora que lo veo posible que no se haga, por puro miedo a lo que harán, que será más de lo mismo casi seguro. Lo primero que habría que prohibir en España es la carrera de pedagogía. Lo que sí me parece interesante es que señalaras también en un post las opciones que tú plantearías. A mí me parece un referente en muchos asuntos el modelo alemán, pero nuestra progresitis aguda nunca permitiría aplicar la idea de justicia proporcional aristotélica de la que hablas. Un abrazo,
Alberto

Alejandro Martín dijo...

Ángel: gracias por los enlaces. Realmente recomendables ambos.

Alberto: como siempre, me alegra verte por aquí. No he leído la carta de ZP, pero será sustanciosa como él mismo.
En cuanto a lo de la justicia: yo querría que la educación incluyese a todos, que les diese los mismos conocimientos a todos. Pero, como todos los ideales, ese igualitarismo es peligroso cuando se vuelve ciego a los hechos. Y los hechos son que no hay integración de ningún tipo: que el alumno asocial no se socializa, pero "asocializa" (perdón por la palabra) a muchos consigo, que el mal estudiante no se vuelve bueno, pero vuelve malos a otros, o al menos impide a muchos el aprendizaje.
Y luego está la mala comprensión de lo que es un derecho, pero de eso hablo otro día, que si no, me enrollo...
Un abrazo

Rubén Muñoz Martínez dijo...

Alejandro, llego tarde pero el post merece su comentario.
La verdad que nunca he entendido qué es lo que está pasando en este país con la educación. Aunque sea egoístamente, ¿no se dan cuenta los políticos que la educación es la base de un país, y por lo tanto el futuro que un día acabará siendo el presente del mismo? Es de vergüenza.
Para mi, que siempre tuve una seria vocación por la enseñanza, es triste que respetados profesores, con mucha experiencia, algunos de ellos cercanos a la jubilación y alguno ya jubilado, me hayan dicho que suerte he tenido en trabajar donde trabajo y en no haber acabado dando clases. Si no te importa, te hago una pregunta al respecto y me la respondes si quieres: "¿Estás contento o satisfecho siendo profesor, o la situación es para desesperar a cualquiera?" Cuando veo a grupos de niños con edad de instituto y pienso en que podría estar enseñándoles filosofía... no sé, no sé... porque a pesar de todo, como estoy seguro que bien sabes, la fuerza de una vocación siempre está "ahí" y no deja de quemar hasta que se apaga con su puesta en marcha.

Saludos.

Alejandro Martín dijo...

Querido Rubén: con mucho gusto te contesto a la pregunta que me haces. Ahí va mi respuesta: soy inmensamente feliz siendo profesor de instituto. Tanto que, si ahora mismo me ofreciesen otro trabajo más atractivo o incluso una plaza en la universidad, me costaría muchísimo dejar esto. También te digo que no yo no creía tener vocación de profesor. Me lancé a las oposiciones un poco por ver qué pasaba... Y ya ves: estoy totalmente enganchado. Pero quizá haya tenido suerte con mi experiencia. Otros están, efectivamente, muy quemados.