El olor del pan tostado al levantarme. Las calles de T., con sus bicicletas y su imperfecto asfaltado. El pausado trajín de las mujeres en la plaza. Las vides, como una alfombra verde extendida a mi paso cada mañana. Después, su vino nuevo. Y ahora, el mar. ¿Qué más se puede pedir?
5 comentarios:
Se podría pedir mi presencia. Acudiría presto.
¡¡Una góndola!!
Puesto a pedir, pediría unas horas de sol para que seque las ropas que tengo tendida en la azotea desde hace una semana.
Un abrazo.
Se podría pedir un colchón flotante en mitad del mar :)
Esta tierra es cada vez más grande.
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