Y es que este impresionante genio, al que dedicamos en Númenor un monográfico (descargable en pdf aquí), fue un sacerdote, matemático, químico, filósofo..., cuyas obras se las vieron con la censura del régimen soviético, sufrió en numerosas ocasiones la represión policial, y terminó ejecutado después de pasar los últimos años de su vida en un gulag. Uno no puede repasar la lista de sus obras sin sentir un escalofrío ante lo titánico de su trabajo intelectual: entre los innumerables títulos dignos de mención, cito brevemente un par de obras tan profundas y heterogéneas como el estudio La perspectiva invertida, en torno al icono bizantino y el arte en general, y definido por Groys como "postsuprematista"; o Pensamiento y lenguaje, sobre el ritual ortodoxo y el lenguaje bíblico; además de sus incontables estudios científicos.
El artículo de Boris Groys que traduje para el monográfico de Númenor ("Entre Bizancio y el futurismo") concluye con las siguientes palabras: "Veinte años tuvieron que pasar tras la muerte de Florenski para que sus escritos fueran divulgados por el samisdat y empezaran a ser cada vez más leídos. Sobre todo tuvieron una recepción entusiasta en los círculos artísticos: Florenski abrió para muchos el camino que permitía unir la vanguardia rusa con la tradición reprimida de la espiritualidad rusa, y liberar así la “verdadera esencia” de la pintura y la poesía vanguardistas frente a las aspiraciones del socialismo utópico que condujeron a la vanguardia a la cercanía de la ideología soviética y a comprometerse con ella. Hoy en día, Florenski es honrado en Rusia como pensador y mártir, y asumido ideológicamente por todas partes: también por quienes quieren comprender y valorar sus convicciones conservadoras, pero no sus preferencias y opiniones estéticas".
Filósofos (1917), obra de Mijaíl Nésterov: en ella aparece Pável Florenski, de blanco, junto a Sergéi Bulgákov