domingo, 24 de mayo de 2009

¿Por qué no vivimos en un país laico?

Ayer publicaba el Diario de Sevilla un artículo de D. Antonio J. Durán, repitiendo los agotadores lugares comunes del agotador catecismo anticlerical, cuyos cientos de dogmas proceden de este único silogismo: todo lo que afirma la Iglesia es de naturaleza religiosa, todo aquello que es de naturaleza religiosa es malo; luego... etc. El autor del artículo muestra su indignación por la oposición de la Iglesia a que se usen embriones en la investigación médica. Y dice lo siguiente: "este rasgarse los clérigos las vestiduras y llamar asesinato a una actividad científica ejercida en un ámbito protegido por una estricta y exhaustiva regulación legal, no es sólo una calumnia -o sea, una acusación falsa hecha maliciosamente para hacer daño-, sino una muestra más de la perenne cruzada clerical por conseguir que la ley del Estado se subordine a sus designios morales".

Hoy no querría entrar en el tema de los embriones, aunque la cantidad de retórica y falacias concentradas en el artículo daría mucho juego. Prefiero decir algo sobre la última parte del texto citado, esto es: la cuestión de la separación Iglesia-Estado.

Es verdad que, a lo largo de la historia y hasta fechas recientes, ha existido en la Iglesia un innegable conato de poder terrenal, especialmente bajo el pontificado de Bonifacio VIII, aunque recurrente a lo largo de los siglos. Hay que decir, en todo caso, que el Estado no se encontraba menos ávido de poder espiritual (Aviñón, cisma de occidente...). Al fin y al cabo, quien posee el poder espiritual posee el verdadero poder. Dicho esto, la siguiente pregunta no resulta inoportuna: ¿es la Iglesia la que pretende reconquistar el poder político, o es el poder político el que se resiste a dejar el espíritu fuera de su alcance?

Es obvio que las relaciones entre la civitas Dei y la civitas terrena no acaban de ajustarse del todo. Pero, contra lo que se dice habitualmente (esto es: que la causa de ello se debe a la nostalgia eclesiástica de un predominio social y político perdido), me temo que parte de culpa le corresponde también a ciertos "laicistas" que siguen empeñados en no aceptar que la Iglesia es una realidad social más, que, como tal, representa determinados intereses (discutibles, pero legítimos) y que tiene una vocación de participación en la vida pública. Exactamente igual que COLEGAS, Amigos de la Legión, los actores, el Sindicato de Estudiantes y la CNT. Con la diferencia de que el número de "afiliados" es notablemente superior en el primer caso. Hay quienes consideran que el Estado no debería participar en la financiación de ningún culto, aunque sí todo tipo de intereses y gustos privados (actividades deportivas y lúdicas, cursos de formación, etc.). En el fondo, es paradójico: al negar a la Iglesia su derecho a la participación en la vida pública, se niega su carácter estrictamente social, reconociéndole así a contrario sensu la naturaleza espiritual que pretendía negársele.

Cada vez que la Iglesia (o sea, el clero) expresa una opinión contraria a los dogmas morales y políticos establecidos por el establishment ideológico de este país, empieza a tronar la sempiterna cantinela de la intromisión (aquí, aquí y aquí por no seguir). Con ello se le niega su pertenencia a la ciudadanía, al corpus social. Pertenece a un extraño nimbo sociológico, a medio camino entre este mundo y el otro, desde donde puede contribuir a labores sociales y educativas, pero no expresar públicamente sus preferencias ideológicas.

En buena medida, no vivimos en un país laico porque hay quienes se empeñan en dictar un juicio condenatorio universal contra la religión, en postular como axioma que su naturaleza es esencialmente perversa (como ven, se trata de la versión anticlerical del dogma del pecado original), y deducir de ahí todo un proyecto vital apostólico encaminado a la destrucción de dicha perversión (¿les suena todo esto?). Bajo el peso de tantos dogmas y en medio de esta carencia de lo que hoy llaman "cultura democrática", resulta difícil que este país pueda llegar pronto a aquello que el propio Savater afirmaba en la segunda de sus tesis sobre el laicismo: "En la sociedad laica tienen acogida las creencias religiosas en cuanto derecho de quienes las asumen, pero no como deber que pueda imponerse a nadie. De modo que es necesaria una disposición secularizada y tolerante de la religión, incompatible con la visión integrista que tiende a convertir los dogmas propios en obligaciones sociales para otros o para todos. Lo mismo resulta válido para las demás formas de cultura comunitaria, aunque no sean estrictamente religiosas".

14 comentarios:

Fernando dijo...

Creo, Alejandro, que tu post trata correctamente dos temas importantes, uno más que otro. Uno, el fundamental, es la negativa a que la Iglesia pueda opinar sobre temas políticos, y se vea su crítica a las Leyes civiles como un afán de restaurar el Sacro Imperio, o algo así. Ante eso, siempre conviene preguntarse: ¿se consentiría esta crítica a (por ejemplo) los ecologistas? ¿Se toleraría que los ecologistas dijeran que una Ley, aprobada por unanimidad en las Cortes, es muy mala y nociva para el medio ambiente, para la sociedad? Si la respuesta es sí, también debería serlo para la Iglesia.

El otro tema que tocas, incidentalmente (pues es de mucha menor importancia) es el tema de la financiación. ¡Excelente que a la Iglesia la financien sólo los católicos, en lo que tiene de organización religiosa privada, sin €€ públicos! Pero ¿por qué no se aplica la misma regla con todo el mundo, y en concreto con los partidos (no confundir con los grupos parlamentarios) y, sobre todo, con los sindicatos?

Fon dijo...

Lo que dice el primero que citas es impresionante. Como si el derecho y la leyes no debieran de regirse por la ley natural. Es un enamorado del positivismo que cree que toda moral es represiva y que la verdad o más bien lo correcto es la voluntad del respectivo legislador. Muy a la moda, pero terrible. Desde esa óptica no se puede juzgar a los criminales generales nazis por ejemplo. Están destruyendo conciencias.

Parece que sólo creen en la voluntad de la mayoria como si la democracia se apoyara en sí misma. Sin la defensa de los Derechos Humanos es imposible conseguir una democracia potable de la que podamos beber todos. Y eso incluye el derecho a la libertad religiosa, de los más básicos y fundamentales. En un Estado laico debe respetarse, pero esto es laicismo salvaje (sólo hay que ver el video de las Europeas del PSOE).

Afortunadamente hay gente con personalidad que se da cuenta de que si la Iglesia fuera como una empresa, como la tratan algunos, no funcionaría como funciona. Sería mejor dejar atrás todo lo dicho sobre preservativos y sexualidad en general como algunas iglesias protestantes. Sería mejor ponerle buena cara al poder. Pero, por fortuna, la Iglesia no tiene voluntad de poder (a pesar de los pesares) y no le interesa el marketing.

Es divertido ir a contracorriente...

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Totalmente de acuerdo. Hay que repetir hasta la saciedad que una sociedad o una institución son "laicas" cuando no pueden imponer a sus miembros ninguna creencia o práctica religiosa, y esto es totalmente distinto a "prohibir a sus miembros cualquier creencia o práctica religiosa".
La Iglesia, como cualquier otra institución, tiene derecho a manifestar las opiniones de sus miembros en todos los asuntos que desee. Otra cosa es que, en la medida en que la mayoría de la sociedad no respalde algunas opiniones de la iglesia, ésta no tiene derecho a pretender que, para imponer sus doctrinas en la legislación, exista un "atajo" que no pase por la aprobación mayoritaria de la sociedad (como cuando afirma que hay ciertas leyes naturales -no compartidas por todos- que los procedimientos democráticos no pueden violar).

Fon dijo...

A Jesús:
Pero, ¿entonces piensas que las leyes naturales han de decidirse por mayoría? ¿No piensas que la conciencia y la separación entre el bien y el mal trasciende la opinión o el sufragio universal...?

un saludo!

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Fon: Supongo que te refieres a "leyes MORALES naturales" (no a las leyes de la física, la química, etc.; esas no "se deciden": se encuentran).
No veo, de todas formas, qué problema le ves: si hay algunas leyes morales que DE HECHO son "naturales" (es decir, que por la naturaleza humana es INEVITABLE para nosotros aceptarlas, salvo casos de enfermedad mental), entonces se aprobarán INEVITABLEMENTE por mayoría (porque la inmensa mayoría de la población las aceptará).
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Si hay algo que a algunos LES PARECE una ley natural, y a otros muchos no, pues entonces creo que eso es SUFICIENTE prueba de que NO es una ley natural. Es natural que a la gente le duela cuando se da un golpe, y por eso en la inmensísima mayoría de las sociedades se considera condenable el golpear a la gente (sin motivo justificado, al menos); en cambio, no es natural que a la gente le dé vergüenza mostrar el cabello suelto, y por eso, aunque hay sociedades en las que mostrarlo así se considera un crimen (las musulmanas, en el caso de las mujeres), hay otras en las que no.
En el caso del aborto, hay gente a la que le parece que el embrión es una persona, y hay gente a la que le parece que no. Si fuese una "ley natural", estaría inscrita en nuestra mente y NO PODRÍAMOS EVITAR creer que el embrión es una persona. Pero, puesto que millones de personas (que, por lo demás, están en su sano juicio) creen que un embrión NO es una persona, pasa lo mismo que con el hecho de que millones de personas crean que no hay nada de malo en que una mujer lleve el pelo suelto: que matar a un embrión o llevar el pelo suelto NO va contra ninguna AUTÉNTICA ley natural.

Fon dijo...

Jesús: Es muy razonable lo que dices pero creo que esa ley moral natural se encuentra en la conciencia de cada uno, no en las mayorías. Y esa conciencia es deformable, por ejemplo por comodidad, o por influencia de los grupos de presión de cada momento, por el Estado, las modas, etc.

Hace no tanto en Europa la esclavitud era cotidiana, o la pena de muerte, y demás atrocidades que ahora nos repugnan (al menos a los europeos) y no entendemos como podían hacer nuestros antepasados. Creo que ocurrirá lo mismo en algún tiempo con el aborto. La mayoría está de acuerdo hoy, pero luego veremos lo que hemos hecho.

Considero que la historia y el presente nos demuestran que las mayorías no están siempre en lo cierto, y no suele dar igual una cosa que la otra (sí hay una ley natural, pero la podemos traicionar).
Con independencia del velo islámico, según esa teoría no sería ley moral natural (universal) que la mujer es igual en dignidad al hombre pues hay en países donde la mujer es una menor de edad toda su vida, a disposición del varón.

De igual modo es difícil de argumentar contra la guerra cuando los estadounidenses ( en su sano juicio) votan a partidos que luego gobiernan por mayoría. Y estos partidos defienden la guerra y los "daños colaterales" y la matanza de inocentes. Creo que también está inscrito, y estarás de acuerdo, en la conciencia del hombre el "No matarás". Pero por algo somos libres y podemos equivocarnos al elegir, y elegir el mal(con dolo o por desconocimiento). También las mayorías se equivocan, las personas se equivocan... estamos perdidos si la conciencia no grita más fuerte.

un saludo

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

¡Claro que las mayorías no siempre están en lo cierto! Por ejemplo, la mayoría de la gente cree en dios y en la vida eterna, pero se equivocan.
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Esto quiere decir que la INMENSA MAYORÍA de las opiniones morales de la gente NO corresponden a ninguna "ley natural". Para mí, el único sentido POSIBLE de una "ley moral natural" es una reacción instintiva (en el sentido de innata, genética, no aprendida) que poseamos los seres humanos por nuestra constitución genética. Naturalmente, muchas de estas reacciones se pueden "modular" e incluso "reprimir", pero la inmensa mayoría de la población humana las tendra (SUPONIENDO que es cierto que son "naturales", insisto).
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Ahora bien, tampoco podemos afirmar a ciencia cierta que, por el hecho de que algo sea en nosotros un
"instinto moral"
, tenga que ser BUENO: es decir, nuestro RAZONAMIENTO moral (o sea, nuestra capacidad de juzgar moralmente teniendo en cuenta "largas" cadenas de razonamientos, y argumentos complejos) puede llevarnos a ir en contra de nuestro INSTINTO moral.
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Pero lo más importante de todo es que el RECURSO a la "ley moral", como una estrategia RETÓRICA, es mejor utilizarlo lo menos posible. Los creyentes en una religión tienden a creer que lo que dice su religión es la ley natural (p.ej., la poligamia para los musulmanes), así que hay que tener CLARÍSIMO que una cosa es lo que la ley natural sea, y otra cosa es lo que a uno LE PARECE que es la ley natural, y como hay miles de opiniones distintas sobre CUÁL es la ley natural, es mejor no intentar basar nuestros argumentos en esos principios tan DUDOSOS.

Alejandro Martín dijo...

Fernando: perfectamente de acuerdo con tu comparación con los ecologistas. Se podrían poner miles de ejemplos. Y lo mismo con la financiación: o todos los grupos sociales (lobbies, asociaciones, partidos, sindicatos, agrupaciones locales, iglesias...) tienen derecho a acceder a fondos públicos, o ninguno. No se puede sostener seriamente que el Estado deba subvencionar una Casa de los Poetas o un polideportivo, y no a la Iglesia (que, por cierto, no se dedica sólo a dar Misa, sino que incluye a Cáritas, comedores sociales, grupos de asistencia, etc., de indudable valor social).

En cuanto a la discusión Fon-Jesús: creo que hay un malentendido. De haber "leyes naturales" (que no lo sé), es obvio que no pueden ser leyes instintivas, porque entonces no serían de naturaleza moral, y como dice Jesús, las aceptaríamos todos igual que aceptamos el deseo sexual o el hambre. De haberlas (que, repito, no lo sé), hablaríamos de normas morales que son buenas para el hombre en un sentido puramente práctico, que concierne a su conciencia y que penden del fino hilo de la libertad. Si la ley de "no matar inocentes" es una ley natural, significaría simplemente que, incluso cuando nos apetece matar a un inocente, no debemos hacerlo porque nuestra razón no puede aceptar un mundo en el que cualquiera puede matar inocentes. Sólo eso. En la moral todo pende de la voluntad, de un sí o un no, del "querer": por eso es tan frágil.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Alejandro: creo que es un error, debido sin duda a la falsa división entre "carne" y "espíritu" alentada por muchas cosmovisiones, el considerar que algo no es "moral" por ser "instintivo". Cuando hablo de instintos me refiero a capacidades que están programadas por nuestro código genético; puede ser la capacidad de orinar cuando uno siente la vejiga llena, o la capacidad de darse cuenta de que dos y dos son cuatro: nuestro cerebro está hecho de tal forma que ambas cosas 'nos salen naturalmente'. De la misma manera, hay juicios MORALES que "nos salen naturalmente", y el hecho de que "nos salgan naturalmente" (o sea de que sean independientes de nuestra cultura y educación, aunque éstas puedan modificarlos a veces), no indica EN ABSOLUTO que no sean juicios "morales" (en vez de ser juicios "musicales", o "matemáticos", o "perceptivos").
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Por ejemplo, el hecho de que consideremos REPUGNANTE MORALMENTE el que dos hermanos tengan relaciones sexuales es, seguramente, instintivo: estamos 'programados' por nuestro genoma 'para' que nuestros familiares cercanos NO nos atraigan sexualmente, y para que la idea de dos familiares practicando sexo nos resulte repulsiva. De igual modo, estamos 'programados' para que las distribuciones igualitarias nos parezcan más JUSTAS que las menos igualitarias (aunque ejércitos de 'intelectuales', desde Platón a Hayek, hayan puesto su empeño en mostrar que es justo que el rico sea rico y el pobre sea pobre... pero, en el fondo, la arquitectura de nuestro cerebro hace que no nos lo creamos).
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TODOS estos juicios son "instintivos", en el sentido de que son MANIFESTACIONES COGNITIVAS que se producen debido a nuestra configuración cerebral "innata", y no a las peculiaridades de la cultura en la que hemos crecido. Pero todos esos juicios son JUICIOS MORALES, en el sentido de que LO QUE JUZGAN es lo "bien" o "mal" que está cierta cosa, y en el sentido, sobre todo, de que SU FUNCIÓN PSICOLÓGICA ES DARNOS UN MOTIVO PARA ACTUAR (el "deber"), que es independiente de los deseos que circunstancialmente podamos tener.
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Vaya, que EL SENTIDO DEL DEBER es un INSTINTO, un instinto propio de los seres humanos, no compartido con otros animales (que se sepa), pero un INSTINTO al fin, o sea, un "programa genético para orientar nuestra conducta".
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Lo que ocurre, como decía en un comentario anterior, es que nuestros "instintos morales", junto con los otros juicios morales derivados de nuestra educación y de la aplicación de nuestras capacidades de razonamiento a las premisas dadas por los instintos y por la educación, no pueden garantizar que lleguemos a un conjunto de juicios morales COHERENTE. Lo que no significa que ese conjunto no pueda ser un IDEAL (al fin y al cabo, el ideal de la coherencia es el que guía TODO proceso de razonamiento), pero en el camino, cualquier decisión que tomemos pasará por SACRIFICAR algo que consideramos valioso.
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El que opta por el aborto, sacrifica la vida futura del hijo no nacido; el que opta por lo contrario, sacrifica la libertad y el bienestar de la madre. Elegir entre ambas cosas es SIEMPRE elegir un mal, y cada uno tiene libertad para decidir qué mal le parece menor. Los defensores del aborto pensamos que, mientras el feto no tenga conexiones neuronales (y por lo tanto, NO HAYA NADIE "ALLÍ DENTRO", o sea, no haya una MENTE a la que perjudicar), el primer sacrificio es el menos malo.

Alejandro Martín dijo...

Jesús: la cuestión de lo moral/instintivo te la he contestado, parcialmente al menos, en otra entrada. En cuanto a lo que planteas aquí: yo no creo que haya tales sentimientos naturales, o para ser más precisos, dudo que sean moralmente relevantes. Dejo al margen el tema del incesto (porque los antropólogos no acaban de ponerse de acuerdo) y me explico con otro ejemplo: puede ser que todos los seres humanos sientan “repugnancia” ante determinadas acciones, pero esa emoción no me sirve de nada si los europeos sienten repugnancia por la violación de bebés y los de la tribu mantinga, en Gambia, la sienten cuando ven que la niña tiene clítoris. La forma emocional de nuestros juicios morales puede ser instintiva, innata, pero el contenido de nuestros juicios y su justificación sólo puede ser determinado por la razón, si es que pretenden ir más allá de la propia cultura y no apelar a tradiciones, religiones, herencias, etc.
Por lo demás, es curioso que critiques la contraposición espíritu-carne, y luego hables del feto en términos de “no hay nadie allí adentro”. Claro, ¡y nunca lo habrá! Porque somos un cuerpo, y la mente es una función más de ese cuerpo, y la cuestión no es si se mata una mente, sino si se mata un ser vivo humano, es decir: su cuerpo. Ni su “vida futura” (otra abstracción), sino su vida presente.
Por último, estoy de acuerdo con que, en general, todas nuestras acciones (especialmente las morales) implican un sacrificio de algún bien: sin ir más lejos, el placer es un bien extremadamente preciado que tengo que sacrificar (¡ay!) al menos veinte veces cada día.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Sobre las emociones y la razón: insisto, como dije en el comentario anterior, en la posición de Hume: la razón POR SÍ SOLA no es capaz de determinar si algo es bueno o malo; necesita que le añadamos como PREMISA para el razonamiento alguna tesis la cual aceptamos NO PORQUE SEA "RACIONAL" (o sea, porque se pueda demostrar lógicamente), sino porque TENEMOS UN SENTIMIENTO (EMOCIÓN) DE APROBACIÓN (o de repugnancia por lo contrario).
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Algunas de esas emociones serán innatas, y otras adquiridas, pero ninguna "procede de la mera razón". Al menos, yo NUNCA he encontrado ningún "argumento racional" (que NO incluya premisas emocionales "sumergidas") para demostrar que algo es bueno o malo.
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Con respecto a la contraposición "espíritu-carne", yo no "critico" la CONTRAPOSICIÓN, sino la SUPOSICIÓN de que existe algo así como el "espíritu". Lo que existe, O NO EXISTE, son órganos y funciones biológicas. El embrión humano no tiene la función biológica que llamamos "MENTE HUMANA", como el embrión de mosca no tiene el órgano biológico que llamamos "alas de mosca": la mente y las alas "les salen después".
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Cuando dices que "LA CUESTIÓN ES" si se mata un ser vivo o no, lo que yo te diría es que esa es la cuestión DESDE TU PUNTO DE VISTA. En cambio, desde el mío, la cuestión que hace que algo sea moral o inmoral es la de si se está PERJUDICANDO A ALGUIEN, y, como todavía no hay un "alguien", pues no hay nadie a quien perjudicar (aunque tenga ojos y manos).
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Lo que creo que los antiabortistas deben admitir es que las leyes se establecen en función de una negociación en la que se tienen en cuenta los PUNTOS DE VISTA de cada uno. Ocurre como en la estupidez que acaba de decir Rouco en "Alfa y Omega": para él "la cuestión", en el caso de la violación, no es la libertad o los sentimientos de la víctima; no "la cuestión es" lo sagrado o lo banal que la víctima considere el sexo. Pues no, lo elemental de la democracia es que uno NO PUEDE decirles a los otros "cuál es LA cuestión", sino que cada una de las partes que participan en el debate tienen el mismo derecho a decir "cual es la cuestión PARA ELLOS".

Angel dijo...

En algo estoy de acuerdo contigo, no se puede negar el rol social de la religión/iglesia/clero o cualquier otro cáncer social, lo malo es que se basan en algo que no existe (Dios) pero no te preocupes así como las enfermedades, la delincuencia y todos esos males, la iglesia parece que jamas desaparecerá (cuando menos mientras el humano no evolucione y deje creer en Santa Claus).

Alejandro Martín dijo...

Ángel, gracias por tu profunda aportación. Me quedo más tranquilo, sí.

Adaldrida dijo...

¡Toma ya! ¡La Iglesia es un cáncer! ¡Y se asemeja a la delincuencia y a la enfermedad!

(Muy buena la entrada, Ale.)